El coqueteo es un ritual extraño. Como que sí, pero como que no. Un intento, un acercamiento. Es como cuando te dicen que no veas una película porque hay un escena que a tus 11 años “no puedes” ver, y aún así, dejas entreabiertos los dedos de la mano para ver de qué es de lo que te privan. En su tercer disco, Lower Dens ya no sólo coquetea, sino que se atreve a ir más allá con su lado más alegre, el lado pop.

Hay bandas que sorprenden con su primer disco. Es el destello de grandeza que puede vaticinar una carrera milagrosa, o una caída estrepitosa. Pero también hay bandas que van construyendo su camino poco a poco. Se toman uno o dos discos para madurar y al tercero toman por sorpresa a sus fans y a los neófitos. La banda de Baltimore Lower Dens, se tomó su tiempo pero han hecho el que sin duda, es el mejor disco de su carrera.

Jana Hunter, la vocalista de Lower Dens, tuvo un momento en que estaba desenamorada de la interpretación en vivo. Era solista. Durante lo que sería su último tour, decidió preparar una sorpresa y armar un show con una banda. El método tal vez encantó a sus fans, pero también sirvió como una inyección de adrenalina. Lo que odiaba no eran los escenarios, sino la música que estaba haciendo en solitario. Entonces formó Lower Dens. Y una banda que nace como medicamento para la mediocridad, debe ser algo relevante. Y lo fue.

Para una nacida en 1978, seguramente las canciones ochenteras de OMD o Gary Numan serían el soundtrack de una niñez. Y crecer con esas influencias, debe crear en el subconsciente cierta tendencia al regreso. El eterno retorno. Lo inevitable. Entonces, si esos sintetizadores reposan tranquilamente en una conciencia, el día que se activen, el día que decidan que ya estuvo bueno de tanto descanso, saldrán con bríos potentes. Con armonías como “To Die in LA”.

El tercer tema del Escape From Evil, es un sencillo de captura. Una red que te acompañará por todo el día en el que lo escuches. Es la nostalgia, dirán, pero también tiene el preciso toque de modernidad. Porque está bien retomar a los clásicos, pero no está bien copiarlos, y aquí no hablamos de reproducciones fieles de “Enola Gay” u otras canciones, sino de apropiaciones. Apropiaciones que hacen del tercer disco de Lower Dens uno de los más emocionantes del año.

Pero hablar de un tema solamente, sería una injusticia. “Your Heart Still Beating”, la apertura “Sucker’s Shangri-La” o el cierre “Société Anonyme”, son pinceladas de diferentes tonalidades en el bonito paisaje que creó Lower Dens.

Si me preguntaran, yo diría que este disco es la muestra perfecta de retromodernismo. Y aunque todo se diga que es una copia de una copia, con los matices adecuados, el tratamiento, la innovación y la capacidad de maravillar a quien lo escucha, todavía es una meta accesible. Si siguen por este camino, están a nada de conseguir su obra maestra.

Y sí, al final agradecemos que Lower Dens haya pasado de una insinuación, de un mero coqueteo, a una absoluta conquista sonora.

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