Por: Omar Morales @OmarInMorales

Traducción literal de lasprimeras líneas de la segunda canción del quinto disco deInterpol:En mi deseo soy un hombre frustrado. Algunos de nosotros pedimos paz,hacemos lo que podemos. Siente mi deseo…

Yésa es la paleta de color que el ahora trío neoyorkino ha usado en las tonalidades de las 10 canciones que le dan forma a su anagramático disco, una gama llena de sustantivos abstractos que describen las obsesiones y laberintos emocionales de nuestra especie: el amor y sus ansiedades, la felicidad y sus mentiras, la soledad y sus virtudes, la insatisfacción y sus manías, la envidia y sus delicias, el deseo y sus imposibilidades…

Interpol – All The Rage Back Home from Miki Jacimovic on Vimeo.

Interpol ha continuado honrosamente la tradición de los rockeros atormentados, esos de gestos indiferentes, miradas vidriosas y ropajes oscuros. De ahí que sus discos me emocionen y sus canciones me electrifiquen. La fonoteca de mi adolescencia estuvo plagada de Bauhaus, Trisomie 21, In the nursery, Joy Division, The Cure… y yo me concentraba en sortear el mito de la incomprensión con esos discos ansiosos.

Interpol es un grupo que se caracteriza por su constancia, por el desarrollo y defensa de una estética basada en la voz inconfundible de su cantante y en las líneas melódicas que con sus instrumentos conjugan (si a estas alturas alguien insiste en confundir a Paul Banks con Ian Curtis será por la necedad y torpeza de su oído). Pero hace cuatro años el bajista Carlos Dengler anunció que dejaba la banda y yo imaginé el fin de Interpol. Dengler era pieza fundamental del grupo, un virtuoso por sus diferencias, el tótem rítmico que los sostenía. Superar esa pérdida y volver con un disco como El Pintor es digno de aplausos y admiración. No cualquiera.

Por razones profesionales he charlado en un par de ocasiones con Paul Banks (vocalista y principal figura pública de Interpol). Es un tipo cortés y directo que en 2010 me habló de su fatiga. La trayectoria de Interpol ha sido meteórica para cualquier acto fuera del mainstream discográfico, de ser cuatro desconocidos en bares de Nueva York a vender algunos millones de copias por todo el mundo con giras de 18 meses… La velocidad y sobreexposición sin duda cansan, y así se escuchó el disco anterior de Interpol, el homónimo, con canciones lentas, agobiadas, aburridas y agotadas. De ahí la pausa inevitable que maceró su regreso incierto.

Primera sorpresa que ofrece El Pintor: una vuelta a los orígenes de la rabia contenida, del coraje trabado en los dientes, del deseo forzado a permanecer en las yemas de los dedos, de las palabras que no resbalan de la lengua… A esto suena el nuevo disco de Interpol. En ausencia de Carlos Dengler, Paul Banks se encargó de tocar el bajo y creo que ante la disyuntiva tomó la decisión correcta: o intentaba imitarlo tratando de superarlo o se limitaba a ejecutar con suficiencia el instrumento.

Como ya dije Carlos Dengler es un bajista virtuoso por sus diferencias e imitarlo hubiese sido un suicidio para Banks. Segunda sorpresa: el desarrollo de las habilidades como guitarrista de Daniel Kessler, en ninguna de las grabaciones anteriores de Interpol se le había escuchado el frenesí armónico que alcanzó en El Pintor, una guitarra hiperactiva, casi barroca, que lejos de estorbar, emociona e incluso cuando se arriesga con algunos riffs al estilo The Edge resulta bien librado. Tercera sorpresa: la sonoridad y texturas que lograron los responsables de la grabación y mezcla, James Brown y Alan Moulder. El sopor y languidez musicales requieren de claridad sonora para su correcta apreciación, ningún disco de Interpol se había escuchado como este (responsabilidad que también recae en las manos e instinto musical del tecladista Brandon Curtis, con quien al parecer ya formalizaron relación).Cuarta sorpresa: ninguna de sus diez canciones sobra en El Pintor.

Sumen a estas cualidades la transformación total de Sam Fogarino en una especie de caja de ritmos humana, programable y de patrones múltiples, y una interpretación vocal con mayores matices y potencia de Paul Banks. Así la forma musical de este Pintor.

Los ánimos restaurados después del hartazgo y el agotamiento, la herida suturada por el abandono de su bajista y que el trío neoyorkino haya escarbado hasta sus cimientos musicales hacen de El Pintor uno de los discos más emocionantes y conmovedores de Interpol. Mis favoritas: “All therage back home”por sus contrastes, riffs histéricos, armonías vocales y desbordes de energía; “Same town, new story”por su secuencia melódica, por la profundidad de la base rítmica y porque es un arranque que nunca hubiera esperado de Interpol;y “Breaker 1″por la resonancia inmediata e inminente con algunos reflejos de mi memoria…