Como parte del equipo de investigación y curaduría tuvimos que hacer varias visitas a casa del escritor para recopilar los materiales para la exposición Escenas mexicanas en la obra de Teresa Nava. Entrar a casa de Monsiváis era toda una aventura, además de las decenas de gatos que se cruzaban en nuestro camino había que sortear otros obstáculos:  fajos de periódicos viejos, montones de libros en los pasillos y cientos de cajas que -luego nos dimos cuenta- guardaban fantásticos tesoros. Ante mis ojos se reveló un Monsiváis preocupado por rescatar ciertas artes populares (la miniatura, por ejemplo) y por poner en el mapa los oficios de diestros artistas.

Monsiváis recordaba cuándo y porqué había comprado cada pieza, y cuando hablaba de ellas lo hacia con muchísima pasión.

Las caminatas domingueras en la Lagunilla, las visitas al Bazar del Ángel, su contacto directo con anticuarios y chachareros y un ojo ya muy bien educado, dieron como resultado la conformación de una colección atípica: la gráfica mexicana, la fotografía, la cultura popular nacional y sus múltiples referencias; el cine mexicano de la época de oro. Solamente la tozudez y habilidad de Monsiváis pudo poner de acuerdo a personajes de ideologías tan apartados como Rafael Barajas «El Fisgón», Carlos Payán, Carlos Slim y el entonces jefe de gobierno, Andrés Manuel López Obrador para armar un proyecto conjunto alrededor de su colección.

En 2006 el Museo del Estanquillo fue un espacio que desde el primer día reflejó mucho de la personalidad de Monsiváis. Ahora que el escritor ha partido, se escuchan rumores sobre el futuro del museo ya que la colección aún no se ha catalogado en su totalidad. La dirección del museo esta convencida que lo que el escritor quería era poner su colección a disposición del pueblo. Esperemos que sepan respetar su voluntad.