Podrán decir lo que quieran acerca del origen de la michelada, pero lo que no podrán negar —aunque la mayoría de las versiones apuntan a que su origen es potosino— es que la michelada chilanga ha sido, y seguirá siendo, protagonista en la hiper refrescante historia del origen de este elixir cervecero… ¡y la 🧀!

Porque si hablamos de la michelada chilanga, lo primero en lo que pensamos es en su preparación muy a lo chilango de tianguis: Que si va con su escarchado de chamoy y miguelito, o con la escarcha más exótica de semillas de ajonjolí garapiñado, o que si va con su banderilla de gomitas aciditas, ¡o hasta con su popote de tamarindo! La michelada chilanga es protagonista en la historia de nuestros corazones ebrios porque aceptémoslo: amamos la cerveza.

origen michelada
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Ya sea para la ‘cruz’ de fin de semana o para el antojo del caluroso mediodía, no importa cuál… ¡Todas las versiones de la michelada chilanga son exquisitas! Pero bueno, también es cierto que hablar del origen de la versión original de la michelada, esa que solo acompañamos con limoncito en el fondo del vaso y su escarchadito de sal, es materia interesante.

¿Ya conoces su origen? ¿A qué persona genia se le ocurrió mezclar esta bebida derivada de la fermentación de cebada, con limón y sal?

Para que le vayas poniendo calorcito y frescura a la lectura de esta nota, te dejamos este hitazo chelero de Wendy Sulca, que no es mexicana pero sí debería ser chilanga:


¡Mi chela helada por faviurs!

Aunque su origen es incierto, cuenta la leyenda cervecera que la michelada es la variación de la frase “mi chela helada”. Y eso tiene sentido, porque aquí en México ¡no nos gusta la chela caliente! ¡Eso déjenselo a irlandeses y escoceses!

Haz este ejercicio: repite 3 veces seguidas la frase: “mi chela helada”… ¿qué dice? ¿Ya se te salió decir michelada, verdad?

Y para meterle más filosofía a este asunto de cerveza, piensa lo siguiente: ¿Te ha pasado que en otros lugares fuera de territorio chilango le llaman a la michelada más bien ‘chelada’? Y que cuando pides una michelada ¿te la traen con su mezcla de salsas? Esto puede llegar a ser confuso para la banda chilanga viajera del territorio mexa que está acostumbrada a pedir en todo lugar al que va “una michelada” (pensando inocentemente que solo llevará sal y limón).

¡No queremos una chelada! ¡Queremos una michelada! Y si quisiéramos una cubana. ¡Cuánta confusión! En nuestra mente chilanga la michelada lleva sal y limón. Bueno, y a veces chile piquín, miguelito, tamarindos ¡y hasta licuadoras!

Un fenómeno de nombre “michelada”

Ahora bien, ¿por qué algunas fuentes señalan que el origen de la michelada es potosino? Esta versión cuenta que la michelada nació en San Luis Potosí, específicamente en el Club Deportivo Potosino. Se dice que uno de los miembros del club, de nombre Michel Ésper, siempre pedía su chela con limón, sal, mucho hielo y ¡hasta popote! Y aunque quizá al principio lo malmiraban… ¡esta forma de tomar cerveza se viralizó en la década de los años setenta!

¡Y de pronto ya siempre pedían micheladas! ¡Vaya fenómeno! Un fenómeno que bautizaron como “michelada”, una combinación entre el nombre “Michel” y la copa “chabela”. Pero luego le fueron agregando salsas y ahí es cuando todo se empezó a confundir porque para la banda chilanga eso siempre será una ‘cubana’. Como sea, michelada o cubana, siempre son deliciosas por igual.

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Michelada, un insulto para cerveceros —¡¿Poooor?!—

Lxs puristas de la cerveza dicen que la michelada es en realidad “un insulto”, y que nunca se debería de tratar de “aderezar” la ya de por sí deliciosa cerveza. Pero nuestros tianguis chilangos, cantinas y bares, así como lxs consumidorxs frecuentes de todos los tipos de micheladas chilangas (la autora de esta nota se incluye), ¿qué es lo que tenemos que decir al respecto?

¡Decimos que no! ¡La michelada no es un insulto! Todo lo contrario. ¡Es un elixir color ámbar con sabor acidito, salado, a veces picante y otras veces, dulce… irresistible!

Mientras que los cerveceros miden el PH del agua con la cual fabrican la cerveza, la banda chilanga mide el PH de su michelada en la escala de: “qué tanto limoncito y chilito piquín le echaré a esta sabrosura”. ¿A poco no se te antojó ya?

Aunque también su maestría señala que cuando pides una cerveza tipo pilsner o vienna, y agregas limón… ¡prácticamente estás matando el sabor y amargor que aportan los lúpulos! ¡Despídete también de sus olores y sabores frutales complejos! Pero en cambio dile: ¡Hola miche! ¡Hola gomichela perfecta! ¡Hello licuachela de mi amor! ¡Te amo, michelada chilanga!

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Si hablamos de micheladas para este calor, ¡no puedes perderte estas micheladas chilangas!

No hay nada más exótico que una Copa Tongolele

Dejamos esta deliciosa versión de la michelada para el final: la Copa Tongolele. O como se le conoce también a la “Copa Chabela”. Y aunque te suene raro el nombre, sí la conoces, la has pedido cientos de veces en tu cantina de confianza con el grito de “¡tráeme otra bola!” ¿Ya te suena verdad?

La Copa Tongolele no es más que una copa chabela en donde te preparan tu michelada con todo lo que tú quieras agregar. A la variante más exótica de esta mezcla de cerveza se le agrega fanfarrías y… ¡mariscos! El origen de la copa bola se remonta a la década de los años cincuenta y su capacidad rebasa el medio litro, lo cual significa ¡más de medio litro de michelada!

¿Ya te dio sed de la mala, verdad? Entonces que, ¿te lanzas por unas serpientes bien elásticas o te da frío?

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