En México tenemos a nuestra sirenita, se llama Tlanchana, es oriunda de Metepec en el Estado de México y tiene una historia muy chida.

Su nombre se deriva de tres voces del náhuatl: atl (agua), tonan (madre) y chane (ser o espíritu mágico), y aunque para muchos resulta extraño encontrar una sirena tan lejos de la playa, esto tiene un porqué.

En el pasado, el municipio contaba con nueve lagunas rodeadas por pequeñas comunidades matlanzincas y otomíes, quienes se dedicaban a la pesca.

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Así es la leyenda de la Tlanchana, la sirena de Metepec

El origen de la Tlanchana data desde tiempos prehispánicos, cuando los mexicas aún no invadían la zona del Valle Matlatzinca. En esa época el lugar era regido por una extraña reina, mitad mujer y mitad serpiente acuática.

La historia cuenta que sobre un islote podía verse una hermosa mujer desnuda con corona, collares y sartas de peces, acociles y ajolotes en la cintura.

Se dice también que la famosa sirena de Metepec tenía un temperamento posesivo, voluble y vengativo; si estaba contenta, su cola era la de una serpiente negra y permitía a los pescadores obtener abundante pesca.

Cuando se enamoraba de algún humano, podía convertir su cola en piernas y salir a la tierra a buscarlo. Pero si un hombre no atendía a su melodioso llamado utilizaba su cola para rodearlo y lo arrastraba al fondo de sus dominios hasta que lo ahogaba.

Ahora solo queda un monumento

Con el paso del tiempo, las lagunas se secaron y aunado al cambio de religión, la Tlanchana empezó a ser olvidada. Aún así, su canto sigue cautivando a investigadores, artistas y al pueblo de Metepec; tanto, que a principios de los 90 instalaron un monumento de la sirena en el parque Juárez.

Sin embargo, sufrió un pequeño cambio: en lugar de cola de víbora, tiene una de pez; de ahí que sea conocida como la sirena de Metepec.

Al respecto, la cronista municipal Bertha Balestra asegura que: “sería hermoso tener de nuevo a Tlanchana original, hecha de arcilla y simbolizando no solo el mito, sino también la actividad principal de Metepec”.

Además, sugiere que sería bueno rediseñar la fuente, adornarla con motivos locales y acuáticos, así como agregar una placa que especifique que es la madre de los peces para recordar esos aspectos de la historia local.

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