El domingo 16 de marzo de 2008, emos y punks comenzaron una pelea en un conocido espacio público que parecía no tener fin. Lo curioso del asunto no es por qué comenzó la discusión sino cómo se solucionó el asunto. Acá te contamos todo sobre uno de los episodios más extraños en la historia de la capirucha.

Las diferencias entre las tribus urbanas comienzan

En aquel tiempo, quienes se autodenominaban como punks realizaron una serie de ataques en contra de los emos por medio de Hi5, MySpace y otras redes sociales de la época. Incluso hicieron uso del correo electrónico para agredir a esta tribu urbana.

Se burlaban de su ideología y algunos realizaban amenazas en contra de su integridad física. Ellos argumentaban que los emos habían copiado su estilo y que esa era la razón detrás de su enojo.

Por medio de las redes sociales se hizo una convocatoria para que los emos de la capital chilanga salieran a demandar respeto y así ponerle un alto al acoso. La protesta pacífica se programó para el 16 de marzo a las 15:00 hrs. en la Glorieta de los Insurgentes.

Lo que no se esperaban es que los punks junto a los que se identificaban como ‘darketos’ llegarían al mismo punto de la ciudad para enfrentarlos.

Ahí estaban, los emos con el cabello planchado sobre su cara, prendas oscuras y mucho delineador en los ojos. Y, por otro lado, los punks con cadenas, chaquetas de cuero y botas.

El encuentro entre ambos lados desató un enfrentamiento que empezó con gritos e insultos, pero poco a poco escaló a las agresiones físicas. Se armaron las corretizas y los empujones mientras botellas de agua volaban por los cielos. El desagrado entre los dos bandos era tal que se intentaban provocar con lo que tuvieran a la mano, hasta con sus mismos cinturones.

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Emos, Punks y… ¿Hare Krishna?

La policía del entonces Distrito Federal llegó al lugar para ponerle fin al asunto. Separaron a la gente y parecía que la pelea ahí había quedado. Después de dos horas, las agresiones comenzaron de nuevo y ni los más de 100 elementos de seguridad que acudieron al sitio pudieron calmar la situación.

Inclusive los granaderos tuvieron que intervenir para intentar acabar con el enorme caos entre tribus urbanas. A pesar de todos estos esfuerzos, los gritos continuaban y la cosa se calentaba aún más.

De pronto y prácticamente de la nada, del Metro Insurgentes apareció un grupo de Hare Krishna que invitó a los jóvenes a acompañarlos en sus cantos. Casi por arte de magia, los disturbios terminaron. Fue tal el desconcierto de los asistentes que no les quedó de otra más que irse del lugar.

Tras varias horas de caos y enojo, la pelea entre emos y punks terminó con saldo blanco. Después de ese incidente no se ha vuelto a ver una situación igual de extraña en la CDMX.

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