Querida Karen, carta de un gato:

Sé que estás leyendo esto porque soy tu michi y me amas y estas líneas son para dejar bien claras algunas cosas para nuestra sana convivencia. Antes que nada quiero que sepas que no me importa tu salud mental. Detesto que me agarres a besos y me despeines cuando estoy recién bañada solo porque estás triste y necesitas amor.

Si no tienes amor, Karen, no es culpa mía. No nací para ser tu peluche o moverte la cola; ¡ni que fuera perro! Y, a propósito, cuidadito con querer traer a un peludo de esos a casa. Olvídalo, no está a discusión. En esta relación yo pido y tú me das, y si pides, pues ya veré yo si estoy de humor para permitir que me abraces un poco.

Gatos

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Aprende a darme mi espacio y no seas tan empalagosa. Ese arañazo en la nariz te lo ganaste por agarrarme la barriga cuando yo no quería. Acaríciame, pero con la mirada.

Aprovecho para pedirte que te esfuerces más en tu trabajo godín y me consigas más juguetes y comida rica. Me gusta el pollito. Me doy perfecta cuenta cuando es fin de quincena, ese horrible momento en que llegas con croquetas baratas que no me gustan (ya lo sabes) o ya no hay carne de sobre ni pollito.

Si me acostumbraste a esos lujos, es obvio que sabes que los valgo. Después de todo, mi belleza te ha dado muchos likes en redes (¿crees que no me he enterado de que tienes un perfil de Instagram con las fotos que me tomas cuando duermo, juego, como y cago?).

Diles a tus visitas que este michi no se toca y que mi belleza es solo para contemplar. Hablando de seres humanos, ni se te ocurra traer niñxs a la casa: odio sus gritos y que solo quieran apachurrarme y estrujarme.

¿Sabes qué sí me encanta? Ensuciar el arenero cuando terminas de limpiarlo. También acostarme en tu ropa negra recién lavada y planchada, porque está calientita y huele rico, y subirme a la mesa, robarme unas probaditas de tu plato y comerme tus plantas.

Por cierto, ya no tengo pasto y tienes que desparasitarme. Necesito un rascador, arena nueva, más filtros para el agua, un furminator y ese nuevo masajeador de sienes de gatitos que vi en internet. Anótalo en tu lista (y ya te dije que me gusta el pollito, ¿verdad?).

Está muy bien vivir sin preocupaciones y sin pagar la renta, pero Karen, por favor, ¿podrías conseguirme una casa con jardín? Otra cosa: me molesta sobremanera que cierres la puerta del baño cuando entras a lavarte los dientes y hacer pipí. Recuerda que mientras vivas conmigo no habrá privacidad para ti.

Como dije, soy importante y me quiero mucho, pero, ¿sabes?, también me importas tú. No creas que ya olvidé que me recogiste mojada, sucia y hambrienta en una esquina. Sé que sin ti no habría durado mucho allá afuera. Gracias. Ahora duermo calientita, puedo ver el mundo desde el balcón, sin peligro y sin preocuparme por la comida, a diferencia de muchos gatos que viven en las calles de la ciudad.

Karen, aunque me guste tirar y romper las cosas que te importan, rasgar los brazos de los sillones y rascarme en tus zapatos, quiero que sepas que nos tenemos la una a la otra y que me gusta mucho que seamos familia.