La arquitectura del Centro Histórico guarda un secreto, no es solo un remate, ni una placa, se trata de la primera Sinagoga Ashkenazi de México, la cual se esconde tras un segundo edificio que a menudo pasa desapercibido.

Desde el 2009 cualquiera puede adentrarse en el recinto, una perla blanca de vitrales celeste inmersa entre los tonos gris y tierra de las casonas virreinales.

A diario comerciantes con bolsas, diablitos y camiones atiborrados de mercancía, transitan frente a su entrada, igual que los marchantes, turistas y estudiantes, sin imaginar que, por 20 años, este fue el corazón de la vida ashkenazita del país.

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La primera Sinagoga Ashkenazi de México, una joya arquitectónica en el centro de la ciudad

Tiene dos portones de madera con estrellas de David, de viernes a domingo el de la derecha está abierto. Cruzando su umbral se extiende un corredor que desvanece el ajetreo de la calle, después un patio donde se observa tanto la parte de atrás de la primera construcción y la fachada de un edificio neorromántico.

En la planta baja estaba el salón donde celebraban eventos cómo bodas y Bat Mitzvah.

Subiendo las escaleras, sorprende un recinto de techos altos que resplandece con luz solar: la sinagoga Nidje Israel, en español, los que están lejos de Israel.

Su bóveda está a más de 7 metros del suelo y de ella cuelga un candil repleto de cristales. A los costados, hileras con bancas, en el centro, una estructura de madera rectangular (bimbá), al fondo, el Arón Hakodesh, donde se guarda la Torá, el pergamino que contiene los 5 libros de Moisés.

El edificio que da a la calle albergaba las oficinas de la comunidad, las del rabino, una caja de ahorros, un pequeño salón de eventos y un restaurante kosher, hoy talleres de arte cómo Nosotros Reciclamos.

La comunidad Ashkenazi

Las mujeres y hombres que se reunían los fines de semana en este complejo, en su mayoría habitaban en vecindades de la zona y entre semana atendían comercios y talleres del antiguo barrio de La Merced.

Esta comunidad llegó a México de Polonia, Lituania, Rusia y otros países de Europa del Este, durante la segunda década del S.XX

La Sinagoga se oculta a la vista de los transeúntes, no porqué se buscara secrecía, más bien porqué las autoridades de aquél entonces beneficiaban con estímulos fiscales a los propietarios de inmuebles neocoloniales.

Ambas construcciones abrieron sus puertas en 1941. En la década de los 60 la mayor parte lxs habitantes judíos se mudaron a otras zonas de la capital y las instalaciones fueron abandonadas. En el 2008 un equipo de voluntarios consiguió fondos y especialistas para su remodelación.

La entrada es gratuita, pero si quieres apoyar a su mantenimiento, puedes dejar un donativo o participar en sus visitas guiadas o en alguna de las actividades artísticas que ofrecen.