Este lugar te transportará a una velada del siglo XIX por su ambiente, su comida y su bebida. Le hubiera encantado a don Porfirio.

Los citadinos somos muy exigentes cuando salimos de noche, nos gusta ir a lugares que nos hagan vivir experiencias placenteras para recordar y para lograrlo, pasamos de un antro a otro, pues a pesar de la gran oferta nocturna es difícil encontrar un lugar que reúna todas las cualidades para permanecer sólo ahí. Eso sí, cuando lo encontramos nos volvemos fieles: es el caso de La Imperial.

Ubicada en Plaza Carso contrasta con los demás restaurantes modernos que están a su alrededor. Su fachada remite a los edificios tipo colonial de finales del siglo XIX. Al entrar hay un pequeño recibidor decorado con vitrinas que guardan vasos de las primeras pulquerías que hubo en México; al cruzar por las puertas cantineras está el salón principal, una máquina del tiempo que transporta a otra época…

Al fondo una enorme barra de madera color chocolate se impone por su belleza porfiriana, del techo cuelgan banderines verde, blanco y rojo que cruzan por todo el lugar. En lo alto hay espejos envejecidos con el escudo que porta nuestra bandera. Y el piso tiene impreso un Xicolli (un reboso que usaban los sacerdotes del 
Dios Tláloc, que fue encontrado en excavaciones del Templo Mayor) un homenaje al Imperio Azteca.

Sus bebidas están hechas con ingredientes 100% naturales. Recomendamos probar la margarita de zapote y la de guanábana: frapeadas con tequila y limón, ¡muy ricas! También pide una Jamaica Imperial, un coctel preparado con agua de jamaica y mezcal Tlacuache escarchada con chile piquín, perfecta como aperitivo.

La comida también juega un papel muy importante, tienen tantas cosas para chuparse los dedos que es difícil elegir. Como entrada pide un taco de carnitas de pato y un tlacoyo de requesón en masa azul. Su platillo estrella es la pachola: carne molida al metate con especias y un toque de chile seco, preparado como milanesa, aplanado. De postre la tarta de higos y algún licor para acompañar.

La música corre por cuenta del lugar acompaña el trío Los Imperiales, si te animas a escuchar una canción durante la velada no tendrá costo alguno. Otro gran detalle es la enorme pantalla que oculta el techo de la barra, al apretar un botón se despliega para poder ver eventos deportivos importantes. Por supuesto, hay dominó y cubilete.

Los amantes de la vieja escuela quedarán fascinados con este viaje al pasado, al fin una cantina que rescata lo esencial de esos ambientes.

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