Por Baxter, olvidadizo más no ladrón.

La envidia es uno de los pecados capitales, probablemente uno de los más penosos. Sin embargo todos hemos deseado algo que tienen los demás, y muchas veces eso nos hace pedir prestadas las cosas. Muchas veces no es porque lo deseemos, sino porque lo necesitamos. Esta semana: Todos Necesitamos Que Nos Hagan: un préstamo. De lo que sea, pero mutílate, ponte la del Puebla, presta pa la orquesta… Siempre es bueno que te preseten cosas.

¿Cuál es?

El que pides cuando la neta ya no tienes nada que ponerte para el bautizo de tu primito Gabriel, o el típico entre las damas: “No tengo nada que ponerme para la boda, ¿me prestas algo?”

¿Cuándo sí y cuándo no?

Depende mucho de la persona, y de qué tanto transpire. También depende de qué tan apegado seas a tus prendas, porque probablemente no serán las mismas después de que alguien más las usó.

¿Cuáles son las reglas?

Si te prestan algo, no importa que tan sucio te lo den, lo entregas limpio (la tintorería siempre es agradecida) y a tiempo.

Si le pasa algo, mejor no mientas. Di la verdad “estaba tan borracho con tu traje que se me perdió el chaleco”. Ya tendrás que afrontar las consecuencias.