Me dirijo a ti por lo ocurrido en Avenida Zaragoza la madrugada pasada. Espero que esta misiva sirva para que podamos llegar a un acuerdo conciliador en torno a la razón y necesidad de mis actividades. Lo espero de todo corazón.

Soy el dolor de cabeza de muchos, sí. Un coraje esporádico y fulminante que acecha el espíritu de los capitalinos. Quiebro ejes, destruyo direcciones automovilísticas, soy mejor conocido como el peor enemigo de las llantas. Mi aparición, monumental, en Avenida Zaragoza la noche pasada (tuve que extender mi ser hasta por dos metros de profundidad para llamar la atención) puso en peligro algunas vidas y obligó a las autoridades a pagar varios cheques por horas extra, pero tengo mis razones. Soy, sí, El Bache.

¿Crees con franqueza que me gusta lo que hago? ¿Crees que disfruto el hecho de que mis actos cuesten lo que cuestan y hayan llevado a las vulcanizadoras a su cénit histórico? Me duele pensar que lo creas.

Porque yo no hago más que denunciar injusticias. Soy un libertador de los recursos públicos. Si destruyo llantas es por razones nobles y heróicas: quiero que voltees a ver a tu respectivo Jefe Delegacional para decirle: "Oye, ¡NO! ¡Esto no se vale!". Que te plantes en las oficinas de gobierno para clamar un altísimo "HASTA AQUÍ". Soy un termómetro de las buenas políticas públicas y apoyo siempre la eficacia y la organización planeada. No hago más que servir.

No es coincidencia que resalte yo en los mismos lugares, lluvia tras lluvia, año con año: Patricio Sanz, Calzada Vallejo, Ermita Iztapalapa, Fuentes del Pedregal, Tlalpan, varios rincones del Periférico… Simple y llanamente resalto el coraje vengativo. Si las calles estuvieran bien construidas, si no hubiera malos manejos presupuestales, si la inversión estuviera bien dirigida, en ese momento dejaría de aparecer. ¿Ves como me necesitas para recordar con frecuencia regular lo que no se hace bien?

De hecho, me gusta experimentar: el carril del Metrobús en Insurgentes es mi nuevo favorito, pese a que han tratado de desvanecerme por siempre. Razones tendrán, pero no me retiraré.

Lo que me lastima, personalmente, es la fijación en contra mía. Me odian por lo que soy, pero pocas son las personas que buscan solucionar lo que yo denuncio poniéndose en contacto con su Delegación, llamando a la Secretaría de Protección Civil o, se me ocurre, a la de Vialidad y Transporte.

Puedes también exigir una revisión de los contratos celebrados por las autoridades y las exitosas constructoras, en los mismos espacios institucionales que recomiendo. Estásprotegidos por las recientes leyes de transparencia(ah, por favor, si ves algún resto de ligas, súmate a mi causa y quéjate)

No se vale irse nomás en contra mía.

Tu fiel compañero de lucha; tu amigo, el bache.