Los amantes del vino nacional estarán muy tristes. Hoy nos enteramos que Hans Paul Backhoff, fundador de Monte Xanic, pasó a mejor vida la semana pasada, el 7 de agosto, para ser exactos.

Lo supimos por una publicación de la marca en sus redes sociales, en la que lamentaban la muerte del mexicano, cuyos padres eran alemanes.

Nació en Ensenada en 1946. Fue borrego. Estudió en el Tec de Monterrey Ingeniería Bioquímica y en 1988 fundó Monte Xanic, una prestigiada marca de vinos que en la actualidad produce 60 mil cajas al año. Una botella, por si aún no lo pruebas, te vale desde 200 pesos.

Hans Paul le dio una entrevista a Julieta García, quien publicará un libro sobre enología, editado por Sexto Piso. Aquí te dejamos un fragmento de esa plática.

Cuando Hans Backhoff comenzó con Monte Xanic, nunca pensó que su vinícola representaría un ejemplo a nivel nacional. Para él, hubo una verdadera renovación de vino mexicano: «Lo ves en todos lados: en Coahuila, por ejemplo. Y en Baja California ni se diga, aquí la gente empezó a descubrir el vino como 10 o 15 años después. Comenzaron a darse cuenta de la cultura del vino, que estaban sentados sobre eso y no lo notaban. Ahora es una locura: [hay] más de cien vinícolas». Al inicio, su objetivo era «sacar lo mejor que pudiéramos, independientemente del dinero que nos pudiera costar, para obtener productos de alta calidad e internacionalizarlos».

Este objetivo ha sido más que superado y se ve reflejado en las más de 270 medallas de renombrados concursos internacionales, donde compiten con bodegas europeas y americanas. Uno de sus vinos más reconocidos, con plata y oro, desde el 2011, es el Sauvignon Blanc Viña Kristel. También el Gran Ricardo, con 30 medallas de primeros lugares, y el Chenin Colombard con más de 25 preseas internacionales.

La experiencia de este enólogo le ha demostrado una y otra vez que el campo es lo más importante. Por ello, es donde la empresa ha invertido en la tecnología y los sistemas. Para él, no se puede hacer un vino de calidad con uvas compradas; es por eso que «en Ojos Negros [80 km al sur de la frontera, cerca del Valle de Guadalupe] hemos invertido mucho, y nos hicimos del primer rancho de 20 hectáreas, luego compramos otro rancho de 30 y acabamos de comprar uno de 80. Si se va a Ojos Negros, podrá verse a un montón de gente en el campo, sembrando y poniendo los sistemas [de plantación y riego]».

Conforme ha experimentado con distintas maneras de hacerlos, sus vinos han cambiado: «Con el tiempo, se han vuelto verdaderas obras de arte, pero al inicio, eran complicados». Backhoff afirma que los de ahora son muy fáciles de tomar: «Sí tienen tiempo de añejamiento, pero también se microoxigenan».

Al área de Valle, introdujo las uvas petit verdor, cabernet franc y malbec. Actualmente, su fascinación está centrada en lo que están obteniendo en Ojos Negros: «Es de altura… Una buena uva como el pinot noir, bien desarrollada y con un buen balance, probablemente rivalice con la mejor uva a un lado».

A lo largo de los años y debido a su profesión, su apreciación del vino ha ido evolucionando. Cuenta: «Por ejemplo, ahora me encanta el rosado, que nunca ha tenido un valor alto en el mercado: siempre permanece en estándares de precios bajos. A pesar de eso, lo prefiero en el verano. También se hablaba de que la comida mexicana no iba con vino: otra falacia. Claro que va con vino, pero debes aprender cómo combinar. Si vas a servir algo muy pesado, como mole, se combina muy bien con vino dulce, porque el mole es dulce».

Para Backhoff, el vino es su vida. Considera que una vez dentro del mundo del vino, no hay regreso:«El vino significa cultura, buen gusto. Es un complemento a la comida. Cuando lo entiendes y puedes acompañarlo con tu comida, todo te sabrá diferente. Es un producto ligado a la salud, no solamente cardiovascular; es benéfico siempre y cuando no se consuma en exceso».

Si te gusta el vino, te recomendamos estos tips para que detectes si ya está en mal estado.