Roberts Poinsett fue el primer embajador gringo en visitar
México y el primer extranjero de presencia relevante que habló de la comida
mexicana de manera positiva, pues los demás –en su mayoría– se referían a nuestra
comida como exhuberante, exótica y difícil de aceptar y digerir.
A pesar de la arrogancia y malos comentarios de Poinsett
hacia nuestra política, él reconoció y aplaudió a nuestra gente y en especial
nuestra comida. Se refería a la comida veracruzana con especial asombro y excitación,
probablemente porque de este puerto llegaban y salían los productos de la más alta
calidad y con gran variedad.
Comentaba, asombrado, que hasta en las casas más humildes había una gran variedad de productos, especialmente carnero, tortilla, pulque y
frijoles con manteca y chile.
Esto representa el inicio del reconocimiento de México como potencia gastronómica.
Así como lo oyen, PO-TEN-CIA, pausadito y en mayúsculas para que saboreen todo lo que su significado envuelve.