Mariana: Es el más clásico de todos los que venden ahora
en las tienditas de la esquina (ya saben, de los que en dulcerías
tradicionales se venden a granel). Siempre he dicho que con estos dulces
la regla que aplica es: "poquito porque es bendito". Fruta, dulce,
ácido y picante, aunque el estómago a los cinco minutos lo resienta
(porque vamos, la combinación es desequilibrada) vale por compleo la
pena.
Steven: Esta semana, este editor tragón entró a ring sabiendo que el uso
de sus facultades era limitado. Tengo gripe, y por lo tanto mi sentido
del gusto es casi nulo. Decidí, entonces, que calificaría cada uno de
los dulces en base a sólo dos cosas: picor y textura. Al Mangogo le fue
bien en ambas categorías por esta razón: el mango es difícil de
masticar, lo que te sirve de excusa cuando empieces a sudar a causa de
lo picante que está… "No ¡cómo crees! No me enchilé, lo que pasa es
que masticar esta madre es todo un workout". Obvio eso no me pasó
a mí. Lo digo por si acaso.