Massiosare El Hostal: el cool

En este edificio de Revillagigedo num. 47 –esquina con Victoria-, Antonio del Conde tenía su armería y en ella enseñó a Fidel Castro a manejar las armas; en este mismo lugar le ofreció el yate Granma y desde aquí, el Comandante organizó el desembarco en Cuba para iniciar su Revolución hace más 50 años.

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“Queríamos un lugar para recibir personas de la misma manera cómo nos gusta que nos reciban en el extranjero”, nos contó el gerente general del hostal, “porque nosotros hemos viajado mucho de mochilazo”.

Massiosare El Hostal es una manera de jugar a favor de la hospitalidad mexicana: “Recordamos el famoso ‘más si osare un extraño enemigo…’ del Himno Nacional y nos dijimos: aquí no habrá enemigos, todos seremos amigos”, explicó uno de los socios.

Con dos dormitorios para siete personas (140 por persona/noche); otro para cinco (160 por persona/noche), cada uno con su baño compartido; un cuarto privado (350 por noche) y una “cabañita” (un cuarto apartado de la instalación principal por un largo pasillo, 200 por noche), la idea de estos veinteañeros es atender a cada uno de los viajeros como si fuera un amigo muy querido.

Les súperlate organizar noches de películas y caminatas y salidas por el Centro, que ellos mismos proponen y encabezan. Y tienen una de las terrazas más increíbles sobre esa zona del Centro Histórico, que da la cara a la Torre Latinoamericana, la Plaza Juárez y la antigua Comisaría de Policía.

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Con un ambiente harto cool y libre de inhibiciones o prejuicios culturales, así son y se muestran los fundadores del hostal. Massiosare tiene las paredes decoradas por sus huéspedes y a sus dueños les encanta hacer presentaciones de libros, documentales o discos de artistas amigos cada que se puede. Uno de ellos es contundente: “Aquí empezó una revolución; nosotros queremos que haya una en la mente de cada uno de nuestros huéspedes”.