¿Por qué?

Un empujoncito de este action man de los ochenta es suficiente para romper un ventanal, y es que nadie quiere meterse con sus personajes que siempre desafían a la autoridad y son tan predecibles que, dada sus limitadas capacidades actorales, podríamos escribirle guiones perfectos que él destrozaría sin esfuerzo alguno.

Además odiamos sus jeans ajustaditos que le llegan hasta el ombligo y la ridícula cantidad de aceite que le untan en los brazos antes de cada escena, como si brillara por mérito propio, ajá.

Las típicas

Máximo riesgo, Daylight, El protector.

Lo recatable

Las sagas de Rocky y Rambo.