Muchos comenzamos a tener una vida fiestera en estos antros noventeros. Sus cadeneros, Chepe, Popeye y Azael eran mundialmente conocidos. Todo lo que pasaba en el interior de cada uno de estos lugares marcó una época en la que las selfies, el Facebook y el Foursquare todavía no figuraban. Recordemos algunos de ellos:

Alebrije: una leyenda del sur.

Estaba ubicado en Plaza Loreto y en sus inicios podían entrar mil 400 personas. Había que llevarse bien con el cadenero, que elegía de forma arbitraria quién podía entrar y quién no. En realidad era un asunto muy subjetivo: hay quienes aseguran que no te dejaban entrar si llevabas tenis, pero otros dicen que si tenías “vara alta”, podías ir vestido como quisieras. Los más astutos gritaban que eran sobrinos de Gregorio Díaz, dueño de muchos antros famosos de aquellas épocas. Al escuchar el célebre apellido, tenían la entrada garantizada… aunque jamás hubieran visto a algún familiar de los Díaz.

Había que pagar cover y cambio de ello uno podía disfrutar de la barra libre con bebidas como “Semen de burro” y “Moraditos”. Eso sí, si querías estar en la zona VIP, tenías que comprar una o varias “tellas” de Jimador o de Bacacho.

La mayor parte de la música que se escuchaba era pop, aunque al final de la noche a veces podían poner a Luismi o algo de salsa, lo cual significaba que pronto se encenderían las luces para que todos emprendieran la graciosa huida.

La Boom

Era enorme, verdaderamente enorme. A lo largo y ancho de sus dos pisos uno podía ligar, tomar y fumar (sí, antes podías fumar en lugares cerrados) todo cuanto podía. En medio estaba la pista y las mesas estaban en escalada. A pesar de haber barra libre, si querías tener la mejor mesa, debías pagar por varias botellas.

Living

Ubicado en Reforma. El ambiente se armaba los viernes, pero sobre todo los sábados. Una cualidad es que la gente podía hacer fila sin tener que lidiar con los cadeneros. Se popularizó en una época en la que se comenzaba a normalizar el ambiente LGBT. Había tres pisos y en cada uno había diferentes ambientes: electrónica, pop y lounge. Al último piso muchos acudían para echar pasión, en el segundo había un gran espejo y en la barra ofrecían diferentes frutas, como manzanas. Tras varios problemas, lo cerraron y al poco tiempo lo reabrieron en la Roma, pero jamás volvió a ser lo mismo.

Mekano

Ubicado en la Zona Rosa. Era una bodega gigante al que le dieron un concepto urbano. Había jaulas donde uno se podía meter o bailar sobre las bocinas.

Lady’O

Con el mismo concepto del Baby’O de Acapulco y del Daddy’O de Cancún abrieron las puertas del Lady’O, a un costado del Hotel Radisson. Tenía una decoración estilo cueva, como el Bar Bar, otro legendario lugar en el que uno podía encontrarse a varios famosos –como a americanistas- todos los domingos.

En el Lady’O también había tardeadas para la chaviza que llegaba a las cinco de la tarde a bailar y ligar y, según cuenta la leyenda, para tomar, pues servían alcohol a los menores. Este sitio se volvió muy popular para alquilarlo y hacer fiestas de XV años.

Bandasha

Ubicado en Bosques de las Lomas, este lugar era un símbolo de la exclusividad. Había valet parking y los cadeneros se ponían muy “estrictos” para dejar pasar al interior. Una vez que terminaba la fiesta, uno se podía ir a las legendarias “costras del Bandasha”. Aquí llegaron a presentarse Gloria Gaynor y Bonnie Pointer y se llegó a ver rondar por ahí a Niki Lauda y Paul Anka.

Lipstick

Los jueves se caracterizaron por ser “Jueves de Lesbianas”, lo cual se hizo muy famoso y en los demás antros gays lo instituyeron también. De ocho a diez de la noche no se pagaba cover, por lo que se hacían filas eternas para poder entrar. Los asistentes daban el rol por el antro para ver “qué pescaban”, pero lo curioso es que siempre iban los mismos. Se podía escuchar música pop y en las pantallas se veían videos de las canciones. El momento glorioso era cuando ponían la canción “All the Things She Said” de T.a.t.u.

Worka

¿Recuerdan el Premiere de Avenida San Jerónimo? ¿Cerca del Mauna Loa? Bueno, pues estaba justo en este lugar. Al llegar, el valet parking te recibía el coche ante la vista de todos. Desde ahí comenzaba el faroleo. Los cadeneros, una vez más, escogían quiénes entraban. Una vez dentro, había que esperar a que abrieran pista y durante algún tiempo esto ocurría con la canción de Missing, de Everything But the Girl. A las 12 de la noche daba inicio un show de telas que caían del techo y acróbatas que volaban por todo el lugar. Este tipo de espectáculos se pusieron de moda entre los antros, pues anteriormente sólo era un juego de luces.

Cuando pusieron fin a las cadenas, algunos cuantos recibían “cortesías”, que eran unos boletos que te permitían pagar un cover mucho menor. Claro, sólo los “privilegiados” tenían acceso a esto.

Medusas

En él, la pista se elevaba y fue uno de los pioneros en música electrónica. Muchos recuerdan que Mauricio Islas fue cadenero de este antro.

Pero la lista es casi infinita: La Malinche, Vértigo, Villa Romana, Vértigo, Magic Circus, News y Bulldog también figuraron, pero de ellos hablaremos en otra ocasión.