Descubramos si la fiesta te transforma.
La #Todomecausaenvidia
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Si la crítica fuera un deporte, serías plusmarquista. Te invitan a una boda porque te aprecian y tú pagas al día siguiente con un reporte de lo mal que estuvo la recepción, de lo poco favorecedor del vestido de la novia y la nula clase de la fiesta (ok, la Víbora de la Mar no es muy elegante, pero ¡es una fiesta!) Quizá, en el fondo, lo que quieres es casarte y hacer el oso como todos los demás.
El pedales
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Probablemente has ido a más bodas de las que recuerdas. Tu forma de demostrar la felicidad que sientes por los novios no es la mejor, pero si te siguen invitando es porque eres increíblemente divertido o porque ya se corrió la voz de que eres el perfecto patrocinador de lunas de miel (quizá tampoco recuerdes esa parte). ¿Quieres otra buena noticia? No estás solo.
La efervescente
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¡Contrólate! La protagonista es la novia. Ok, disfrutas las bodas, amas a tus brothers que se casan, pero? ¿Por qué te proyectas en tus amigas y primas? Vamos, vive tu propia historia y disfruta la vida. Como quien dice: déjate llevar (nada con exceso, todo con medida).
El ligador
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Es de mal gusto que aproveches la fiesta de otros en tu beneficio, pero ¡qué diablos! El amor flota en el aire, así que has elegido muy bien tu lugar de conquista. Sólo considera lo siguiente: ninguna de las invitadas se ve así en la vida real y algún día todos tus amigos estarán casados y se te acabará la oferta. ¡Aprovecha mientras dure!
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