Por Iñaki de la Torre Calvo. De la revista Quo. Especial de Sexo, verano 2009.

Hay cinco millones de posibilidades de que un simple roce nos produzca un pequeño escalofrío, tantas como terminaciones nerviosas alfombran nuestra piel. Somos un auténtico campo minado de sensaciones que rara vez se desactiva. Pero hay que saber cómo recorrerlo para dar con el detonador: en algunos sitios hay que pisar fuerte y en otros suavemente.

¿Qué onda con este?

Lejos de quitarle la gracia a la aventura del flirteo y la exploración (por haber determinado de modo frío y exacto cómo tocarse mejor), un equipo de científicos descubrieron que no es necesario tocarse las zonas genitales. Las caricias más placenteras son las que recorren la piel entre 1.3 y 10 cm por segundo, esta velocidad de caricia está muy relacionada con la estimulación de la relación entre madre e hijo.