Nadie quiere imaginar a los padres teniendo sexo, pero ¿y los abuelos? La vejez es un concepto lleno de mitos, dicen especialistas, uno de los más comunes es creer que al entrar en años el deseo sexual desaparece. «Ya no estás en edad», «eso ya no está bien», «ya ni se te para», son algunas expresiones que reciben los adultos mayores cuando muestran interés en el tema.

En muchos casos, los hijos prohíben o critican a los papás al sentir atracción, explica Ivonne Jiménez, instructora del Departamento de Enseñanza, Investigación e Información del Instituto Nacional de Personas Adultas Mayores (Inapam).

Las ideas sociales sobre que la sexualidad solo se ejerce en la juventud, el rechazo de la gente cercana y la aceptación de todo el contexto por parte del adulto mayor son los principales factores —dice— que impiden que los mayores de 60 años vivan el erotismo y la sexualidad con plenitud.

Mientras en España el 60% de la población de la tercera edad acepta llevar una vida sexual activa y en Estados Unidos el 40%, en México ni siquiera existen cifras o encuestas que lo analicen. En la CDMX viven 1 millón 136 mil 258 adultos mayores, 11.3% de la cifra nacional, y tampoco se aplican encuestas sobre su vida sexual, a diferencia de los jóvenes, en las que se conocen muchos detalles.

La orientación que han recibido algunos adultos mayores es a través de talleres de instituciones de gobierno, en clubes o en actividades que realizan jubilados y pensionados. Otros, los menos, dice Rosalina Díaz, psicóloga y terapeuta sexual, acuden a terapias porque sienten curiosidad por el tema. «Son pocos los que vienen por interés propio, casi siempre se les atiende por alguna otra cosa y en las sesiones aparece el tema de la sexualidad y el erotismo. Es un tema que naturalmente interesa aunque por las cargas sociales permanece oculto».

Aromas, sabores, caricias, palabras de amor son formas que los adultos mayores exploran al ejercer su sexualidad. «El acto coital existe, sin duda, pero con menos frecuencia que en la juventud. La parte afectiva, la comunicación, los detalles y las sensaciones cobran más vida que el hecho de llegar al clímax: la sexualidad hay que modificarla pero no nulificarla», explica Ivonne.

Durante las terapias que imparte ha documentado que lo que más preocupa a los adultos mayores no son los problemas físicos o anatómicos, sino el peso social, la presión de los hijos, quienes a diferencia de los nietos —que suelen apoyarlos— les bloquean la posibilidad de compartir con un “compañero de vejez”.

Los grupos de jubilados y pensionados, explica Rosalina Díaz, se han convertido en un espacio para relacionarse, para conocer gente y darse la oportunidad de conquista. Las especialistas coinciden en rescatar el término de soltería, en lugar de viudez, para regresarles la sensación de libertad y empoderarlos en la toma de decisiones.

«Y todo eso, incluyendo el erotismo, les trae cambios sorprendentes. Son menos propensos a enfermarse o sus males les impactan con menos fuerza, se alejan de la depresión», explica la especialista.

Los adultos mayores de la comunidad LGBT+ son invisibles, asegura Samantha Flores, una mujer transexual de 86 años que durante 2017 inició la campaña “Let them shine again” en plataformas de donación de fondos. Su objetivo era conseguir dinero para abrir el primer asilo gratuito en el mundo para adultos mayores gay.

Los videos de Samantha inundaron las redes sociales; sin embargo, no consiguió los recursos para cumplir su proyecto.

Entonces su sueño cambió: en lugar de un asilo pensó en tener una casa de día en la que se pudieran reunir y compartir un espacio. El argumento era que al llegar a la tercera edad muchas personas «regresaban al clóset» para encajar en una sociedad que cree que su edad no concuerda con sus preferencias. «Muchos no nos casamos, no tuvimos hijos ni hicimos familia. Estamos solos. Nos dimos cuenta que nos hace falta un espacio donde estemos juntos por una necesidad psicológica, para estar acompañados, para sentir que existimos», dice.

En mayo de 2018 abrió la casa de día Vida Alegre, donde se exhiben algunas funciones de cine, hacen diálogos, toman clases para usar internet y el celular. Es un lugar donde los adultos mayores gay conviven y ejercen su preferencia sexual.

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