El corazón de la Ciudad de México guarda secretos a voces que han trascendido los siglos y han permeado la cultura de los chilangos. Te llevamos por un recorrido a través de las leyendas del Centro Histórico.

5 leyendas del Centro Histórico de la CDMX

La locura incomprensible, el desamor y el desasosiego son los motores de nuestros protagonistas en este top de leyendas que recorren las calles del centro de la CDMX.

La mujer herrada

Cuenta la leyenda que en la calle de Perú vivía un herrero a cuyo taller llegaron dos hombres a solicitar un servicio de urgencia para un sacerdote. La encomienda era sencilla: herrar a una mula para que estuviera lista a la mañana siguiente en el viaje que el padre haría al cerro del Tepeyac.

Con desconcierto el herrero accedió a la asignación. Sin embargo, al día siguiente se dirigió a la casa del padre para preguntarle por qué lo había buscado a altas horas de la noche.

Cuando el hombre entró a la morada del religioso encontró al ama de llaves tendida en el suelo con manos y pies herrados.

Algunas versiones cuentan que la mujer había pecado mucho durante toda su vida. Otros cuentan que era la enamorada del cura y que aquellos misteriosos hombres de la noche en realidad eran demonios que le dieron penitencia a esta pobre mujer.

Dónde: Calle de Perú #100, colonia Centro.

Francisca la embrujada

Gran tradición oral se conserva desde los primeros años de la colonia en la Nueva España, como la narración siguiente. Francisca y Domingo, dos jóvenes novohispanos se enamoraron y decidieron casarse.

La madre de Domingo no aprobaba las nupcias por la ascendencia indígena de la joven Francisca. Sin embargo, él hijo retó a su progenitora y se casó con la doncella pese a la negativa de la madre.

La señora, conducida por la ira, buscó a una bruja para que hechizara la almohada que les daría a los recién casados el día de la boda. El encantamiento surtió efecto y seis meses después, Francisca cayó gravemente enferma y murió.

Cuenta la leyenda que el alma de la doncella permaneció en vela y que frecuentemente se le aparecía a su joven esposo para revelarle la verdad acerca de su repentino fallecimiento.

Dónde: Calle Venustiano Carranza #7, colonia Centro.

La casa de don Juan Manuel

Un acaudalado español llamado Juan Manuel de Solórzano se casó con Marina Laguna, descendiente de una familia de mineros zacatecanos.

Pese al amor que se profesaban, el matrimonio no había podido tener un hijo, así que entre frustraciones y enojos Don Juan Manuel se recluyó en el convento de San Francisco.

Antes de ausentarse le encargó a su sobrino que asumiera el control de su fortuna y propiedades. Sin embargo, poco tiempo después de mantener el encierro conventual a sus oídos llegó el rumor de que el sobrino y Marina tenían amoríos.

Don Juan Manuel abandonó el enclaustramiento y recurrió a los servicios de una hechicera para que le ayudara a hacer un pacto con el diablo a cambio de saber quién era el hombre que lo había desonrado.

El demonio le respondió: “A las 11 de la noche te asomarás por tu balcón y al primer hombre que pase tendrás que asesinarlo”. Infinidad de crímenes cometió don Juan Manuel a quien el demonio le había asegurado que se aparecería al lado del cadáver del culpable, sin embargo eso nunca sucedió.

El asunto escaló hasta el momento en el que el caballero atacó a su sobrino, quien murió sin remedio. En ese momento Don Juan Manuel despertó de su letargo y solicitó penitencia a un monje, quien le encomendó rezar plegarias a los pies de un patíbulo.

En el tercer día de penitencia, se le aparecieron unos ángeles extraños que lo subieron a la horca para expiarlo de su culpa. Según algunas versiones, el espíritu de Don Juan Manuel aún ronda las calles en las que cometió los infames asesinatos.

Dónde: Uruguay #94, colonia Centro.

La monja del exconvento de la Concepción

Durante el virreinato era común que las familias acaudaladas recluyeran a hermanas sobrinas o hijas naturales en conventos. En aquella época las mujeres poco o nada podían decidir sobre su vida: casarse o tomar los hábitos.

Otra de las leyendas del Centro Histórico, cuyo escenario se remonta al siglo XVI, tiene como protagonista a María Ávila.

La joven pertenecía a la élite novohispana. El destino la llevó a enamorarse de un joven cuya condición socioeconómica no se acercaba a la suya. Por ello, sus hermanos decidieron sobornar al pretendiente para que se alejara de la doncella.

Posteriormente la recluyeron en el entonces convento de la Concepción para que entregara su vida a la oración y devoción religiosas. No obstante, la pena amorosa de María no terminó con la toma de los hábitos. La tristeza la arrastró hasta que finalmente decidió ahorcarse en el patio del claustro.

Aquellos que tienen la poca fortuna de quedarse hasta tarde en las inmediaciones del exconvento aseguran que una monja ronda el patio y los pasillos. El alma en pena de María parece no descansar después de siglos de distancia.

Dónde: Belisario Domínguez #100, colonia Centro.

Casilda la incendiaria

Las novelas de caballería enloquecieron a don Quijote de la Mancha quien en imaginarias batallas veía enemigos donde en realidad había molinos de viento.

Una historia parecida sucedió en el siglo XVI, durante la época dorada de la Nueva España. Casilda Baena era una joven cuyo gusto por la lectura y las artes teatrales la llevaron por los caminos insospechados de la locura.

Sus padres la ataviaron de toda la literatura y la formación necesarias para desarrollar sus habilidades artísticas. Su debut en el teatro novohispano fue un éxito, sin embargo algunas funciones posteriores familiares, amigos y el propio público notaron que algo había cambiado en la joven actriz.

La mirada perdida y algunas actitudes erráticas dieron cuenta de los primeros signos de locura que se consumó poco después.

Un día, en la Plaza Mayor de la Ciudad de México Casilda se abrió paso entre la multitud mientras prendía fuego y exclamaba “Amor es llama divina/ que me ha robado el sosiego, / porque todo lo que es fuego/ me subyuga y me domina”.

Sus familiares, desconcertados y preocupador, la internaron en el Hospital del Divino Salvador para Mujeres Dementes, ubicado en la calle de Donceles.

Dónde: Calle Santo Domingo, colonia Centro.

Los relatos de fantasmas, aparecidos y embrujados enriquecen la vida y el folclor del territorio chilango. ¿Conoces otras leyendas del Centro Histórico de la CDMX?

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