Chilango

Los 10 asesinos seriales mexicanos (segunda parte)

Foto: Cuartoscuro.

Ayer conociste las historias de “La Narcosatánica”, “la Mataviejitas” o del “estrangulador de Tacuba”, pero esos no son los únicos asesinos seriales en México y por eso hoy te presentaremos otras cinco historias.

En esta segunda entrega sobre asesinos seriales en México, podrás conocer otros cinco casos que pasaron a la historial criminal de nuestro país, como el de “la Ogresa de la Roma”, “el Pelón” o “el Sádico”.

5 asesinos seriales en México

“La Ogresa de la colonia Roma” (1941)

Este es, probablemente, uno de los casos de asesinos seriales en México más aterrorizantes: Felícitas Sánchez Aguillón era una partera a quien se le atribuye el asesinato de más de 50 niños.

Graduada como enfermera, “la Ogresa de la colonia Roma” ejercía como partera en la CDMX, realizaba abortos —un delito en esa época— y traficaba niños pero detrás de esto había una faceta aún más oscura.

El hallazgo de pequeñas extremidades en las tuberías de la ciudad desató una investigación que revelaría la verdad sobre Felícitas: era la líder de una red de trata infantil y asesinó a niños de formas inimaginables.

Fue descubierta en 1941, pero una fianza la libró de cumplir una condena en prisión. Ese mismo año, Felícitas se suicidó, de acuerdo con Animal Político.

“Las Poquianchis” (1954-1964)

Durante diez años, las hermanas González Valenzuela asesinaron a al menos 91 personas. Cuando fueron descubiertas, la sentencia no solo abarcó sus homicidios, sino otros delitos: corrupción de menores, trata, secuestro y tráfico de droga.

Fue en enero de 1964 cuando una de las chicas secuestradas por las hermanas González Valenzuela escapó y logró que las autoridades investigaran el caso.

El rastro llevó a los oficiales hacia el rancho Loma del Ángel, donde le salvaron la vida a 12 mujeres y encontraron varios fetos y cuerpos enterrados.

El caso fue retomado por Jorge Ibargüengoitia en su novela Las muertas, mientras que Felipe Cazals estrenó en 1976 su cinta Las Poquianchis.

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“El Pelón” (1952)

Higinio Sobera de la Flor fue hijo de un hacendado tabasqueño. Nació en 1928 y en su juventud se le internó en una institución mental de la que escapó. A los 24 años asesinó al capitán Armando Lepe Ruíz durante una pelea en la colonia Roma.

Dos días después, la policía lo encontró en un hotel en Anzures. Sobera entonces confesó que cobró la vida del capitán porque éste le había dicho “payaso”. Sin embargo, el horror más fuerte llegaría con sus siguientes declaraciones: en el periodo entre el primer homicidio y su captura, “el Pelón” asesinó a una mujer, escondió el cadáver y tuvo prácticas necrofílicas.

Al principio de la condena pasó 15 meses en el Palacio de Lecumberri, y luego fue internado en el Hospital Psiquiátrico Samuel Ramírez Moreno, de donde salió después de 33 años.

“La Tamalera” (1971)

El 17 de julio de 1971, María Trinidad Ramírez Poblano asesinó con un bate de béisbol a su esposo, Pablo Díaz, un peluquero que no trabajaba, golpeaba habitualmente a sus hijastros y diario le quitaba a ella el dinero que había ganado en el día.

Lo siguiente fue desmembrar el cuerpo y deshacerse del cadáver, tarea que le llevó toda la noche. La cabeza quedó escondida en el bote donde Trinidad guardaba los tamales que vendía.

Aunque Trinidad no cometió homicidios en serie, y los estudios revelaron que su intención fue defender a sus hijos y que no había trastornos psicológicos, incluimos este caso por ser uno de los más famosos que han sucedido en México.

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“El Sádico” (2005)

Este es otro de los asesinos seriales en México que comenzó con sus asesinatos cuando era joven. Se llama Raúl Osiel Marroquín y tenía 25 años cuando cometió cuatro asesinatos y seis secuestros que tuvieron un factor en común: todas sus víctimas fueron hombres homosexuales.

Su modus operandi era el siguiente: se dirigía a bares de la Zona Rosa, entablaba contacto con alguien, lo invitaba a su departamento y luego analizaba si la familia de dicha persona poseía el capital para cubrir un posible rescate.

Marroquín era exmilitar y decía que sus crímenes eran buenos para la sociedad.

Al final, “el Sádico” fue sentenciado a 300 años de prisión.

Si quieres leer la primera entrega sobre asesinos seriales en México, lo puedes hacer aquí.