Como se los adelantamos en Chilango desde abril (en ESTA NOTA) Jamie Cullum se presentó anoche en un concierto íntimo ante cerca de 200 afortunados asistentes en The St. Regis Mexico City en Reforma. Esta presentación realmente especial fue la única en Latinoamérica de la gira Hear The Music, See The World, parte del programa #SPGLife de Starwood Preferred Guests, los clientes frecuentes de los hoteles de la cadena hotelera.

Los boletos no estuvieron a la venta, sino que se tenían que cambiar por puntos. “Yo no alcanzaba los puntos suficientes, así que tuve que pagar como nueve mil pesos para completar dos boletos”, nos contóun gran fan chilango del cantante. “Y el concierto valió cada centavo”.

Y es que, a diferencia de sus presentaciones regulares con su big band, el cantautor y pianista británico de pop-jazz subió al escenario del Salón Astorúnicamente acompañado de un hermoso pianoSteinway& Sons. Tocó buena parte de sus grandes éxitos como “Everlasting Love”, “Twentysomething” y “All At Sea”, pero también aprovechó para ir improvisando covers que jamás ha grabado, como “Uptown Funk” deMark Ronson con Bruno Mars.

Al público se lo echó a la bolsa desde el minuto uno de su presentación, pues entró por la puerta del salón y caminó entre la gente cantando a capella, casi sin necesitar del micrófono inalámbrico. Hizo gala de su prodigioso talento, usando la cola del piano como caja de ritmos, tocándolo y cantando con una armónica, haciendo un impecable beatboxinge incluso improvisando un mashup con las canciones que le iban ocurriendo, pasando por su versión de “Don’t Stop The Music”, de Rihanna: “Así sonaría si se pudieran meter a mi mente”, explicó.

Dijo que aceptaría algunas peticiones para el setlist, pero siempre y cuando fuera a cambio de dinero o de ropa interior de Calvin Klein “porque siempre se me acaba en las giras”. Una fan del público le invitó un tequila que le llevó al escenario y a otro Jamie le firmó un poster a la mitad de una canción.

Y si el concierto ya era algo único para los asistentes, la mayor experiencia en sí fue cuando, tras algunos segundos de incredulidad, cerca de 50 personas aceptamos la invitación de Jamie: “A ver, ahora acérquense. Si alguien quiere subir al escenario, pásenle”. Una nube de smartphones rodearon el piano de Jamie quien con cinco canciones más concluyó una noche impecable que varios recordaremos por mucho tiempo.

[Lo que no imaginábamos es que, al terminar el concierto, nos iríamos a seguirla con Jamie a un antro de Masaryk. LEE AQUÍ cómo nos fue]

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