¿Qué tan grave es?

¡Nada grave! De hecho, es algo así como un rito de iniciación. Si quieres pertenecer a la muchachada realmente tenaz y atrevida de tu salón, te tienes que aventar cuando propongan irse de pinta. No hay pero, retardo o ausencia que valga. Lo que rifa es decir “va”, agarrar tus cositas, abordar el metro o el micro… y gozarla en Chapultepec, o Six Flags, o Plaza Universidad, o cualquiera de esos lugares súper-en-onda donde se están reventando “los muchachos de hoy en día” (pásenme mi cocooool).

¿Cómo te curas?

No es que te cures, sino más bien si sales bien o mal parado de tu hazaña. Si no te cachan, ya la hiciste. Si sí, a enfrentar las consecuencias (y no se vale lloriquear para que no le digan a tus papás).

¿Cuál es la versión adulta?

Viernes por la mañana. Suena el despertador. Estás crudísimo. Le llamas a tu jefe, finges voz de enfermo (que, por otro lado, no te cuesta nadita de trabajo, pues ya traes la voz aguardientosa) y le dices que traes “una gripa de aquellas” y que no podrás asistir a trabajar. Medio no te creen, pero igual te dicen que no hay problema. Lo que sigue no es ir a divertirte como enano en tu día libre, sino crudear con una bolsa de Sabritones mientras ves la tele. Pa-té-ti-co.

Daño a la autoestima:

Bien hecho, -10 (o sea que te la incrementa). Mal hecho, no más de 5.