Los chilangos somos los más pro-ecología del mundo: reciclamos la ropa que otros desdeñan. Por un lado, como método ahorrativo. Por el otro, con el objetivo de encontrar prendas escenosas que no se encuentran ni en los centros comerciales de más alcurnia. ¿Pantalones ochenteros? ¿Bandanas de colores brillantes? ¿Blusas desgarradas? ¿Suéteres de brillitos? Todo por menos de $100, en algunos de los tianguis de ropa usada más conocidos de la ciudad. Cuéntanos si sabes de otro.