¿De qué se trata?
Estás un buen domingo en tu casa, echado, viendo “Me quiero enamorar” porque de plano ni te puedes parar por el control remoto. De pronto una lagrima roda por tus mejillas, no es felicidad, mucho menos tristeza, es la prueba máxima de que estás echando la hueva como se debe.

Contras
No hay. No existen.

¿Cómo podría ser mejor?
Digamos que como es un reflejo espontáneo, no puede ser mejor. Es como forzar la risa… la lagrimita de la hueva sale y ya.