La mamá de Trujillo fue actriz amateur y pintora. Víctor, su papá, economista del sector público. Pero fue su abuelo materno -el “abuelo Matamoros”-, músico y bohemio, quien poseía la «trampa genética del arte», como dice su nieto. Víctor, el mayor de cuatro hermanos, nació el 30 de julio de 1961 en el Sanatorio Durango de la Roma, y creció en la calle Vista Hermosa, junto a Río Churubusco. Su barrio de infancia, de viejas casonas, es agradable. Ángela, anciana que vive junto a la que fue casa de los Trujillo Matamoros, recuerda a un Víctor tímido en esa cuadra del sur de la Portales. «Era raro verlo en la calle. Su hermano chiquito, Rubén, era mucho más amiguero.»

Junto a sus hermanos Claudia, Rubén y Adriana, estudió en el Colegio Alemán Alexander Von Humboldt. «Era muy callado -dice María, su compañera-. Al principio parecía insoportable y con aires de grandeza, pero era por tímido. A la gente la hacía carcajear.» Aunque retraído, imitaba a los maestros, hacía chistosadas.

«Haces las obras de la escuela -recuerda Víctor sobre sí mismo -, organizas el teatro con los primos, conoces todas las películas de los Soler, Clavillazo y Piporro, vas al cine cada 24 horas y dices ¿qué más? Pareces insaciable.» El chico que se despertaba y dormía oyendo radio sacó su energía visitando las estaciones: «Los locutores eran triple A -añade-. Para platicar se aventaban turnos de cuatro horas con libros de historia enfrente, diccionarios, efemérides.» A los 12 años empezó a ir a Radio Éxitos, Radio 620, La W o Stereorey: «quisiera que me dejaran ver», era su solicitud en la entrada.

Los locutores salían al quite con sus aprendices si faltaba alguien. Víctor se coló al programa La rockola y La hora de la diversión, y luego dio clases de pronunciación de inglés y alemán a los locutores. Si del colegio llamaban a casa porque había faltado, estaba de pinta en la radio o Televisa, donde veía en vivo El club del hogar. Víctor admiraba las dotes de improvisación de sus conductores modelo: “Danielito” Pérez Arcaraz y Francisco Fuentes “Madaleno”.

A los 14 años, una compañera del Alemán le confió que su papá, Rubén Rodríguez, producía La hora del granjero, de la XEB. Víctor logró que el legendario conductor Héctor Martínez Serrano le abriera un espacio. En su primera aparición, enmudeció varios segundos, hasta que una descarga de adrenalina impulsó a su lengua.

-¿Qué sentiste?

-Terror, terror, terror. Y gusto.

En los shows nocturnos del Bar Mink, en Insurgentes Sur, debutó en el escenario como imitador. Pero a los 16 años hizo un alto para viajar a Hamburgo con Eugenio, Diego y Julio, sus amigos desde el kínder. La expedición en Alemania se alargó dos años. Fue mesero, albañil, pintor y cantó con su guitarra en bares y plazas. De regreso en México, la vida se complicó. Alejado de los escenarios se ganó la vida con doblajes, el oficio de su hermano Rubén (“Trujo”). Adiestrado por actores como Fernando Luján y Germán Robles, fue el Lord Leon-O en la caricatura Thundercats, el navegante John Blackthorne de la serie Shogun o el gángster Tony Montana en Scarface.

El pastelero del rey, dirigida por Roberto DAmico, fue una de las obras que marcó su vuelta al teatro. Ahí, en 1982, Víctor y la actriz Carolina Padilla se enamoraron.

Huían de fiestas multitudinarias y eran de risa fácil. Se casaron por lo civil dos años después, mientras buscaban un lugar en el mundo de los actores. La boda fue en casa de los papás de Víctor. Carolina y Paulina, sus hijas, nacieron en el 90 y el 92. En la oficina que tenía con Ausencio, en la Del Valle, Víctor llamaba a su mujer. «Le decía: “Mi cielo, chiquita, te amo” -cuenta Ramiro, jefe de escritores de El Notifiero y amigo de Trujillo desde hace décadas-. Era un gran amor.»

A SALTO DE MATA

En una época en que las mujeres luchan por la igualdad, Víctor instaló en su programa una ironía: designó a la modelo Isabel Madow como su “secretaria”. «El primer día, Carolina y Víctor me dijeron: “tú no hablas en ningún lado, aunque te entrevisten” -recuerda Isabel-. Estuve dos años así».

-¿Cómo era Trujillo como jefe?

-Estricto, puntual. (Pero) es un caballero. Como dicen, es una dama: es muy educado, y rara vez dice una mala palabra.

La virtud del noticiero iba más allá: «Cuando inició (El Mañanero) a la gente no le interesaban las noticias porque no las entendía -recuerda Víctor-. Existían el círculo rojo y el verde: los que entienden y los que no. Nos metimos entre los dos círculos a ser críticos y ácidos y decir: explicándote las noticias vamos a reírnos de las tomaduras de pelo. (Los políticos) son tus empleados: entiende de qué se trata.»

El Mañanero, primer noticiero del mundo conducido por un payaso, se volvió factor de la agenda política. Las invitaciones a Víctor de los poderosos para hablar en privado se multiplicaron: acudía a Les Moustaches, Au Pied de Cochon o El Cardenal. «Hay que dejarse ver, mano», decía a sus amigos.

No fue casual que el diputado Federico Döring (quien rechazó hablar con Chilango) eligiera a Brozo para transmitir un video implacable. A las 5:30 am del 3 de marzo de 2004, le llevó el material. Lo vieron en un estudio de Televisa Chapultepec.

Bejarano llegó a la televisora a las 6:40 am para dar una entrevista a las 7:20 a Adela Micha, conductora de En Contraste.

Antes de salir a cámara, una señorita le pidió apagar su celular y su bíper. A las 7:23 Bejarano hablaba del secretario de Finanzas del DF, Gustavo Ponce, quien apareció en un video apostando en Las Vegas.

Al paralelo, en otro estudio, Brozo y Döring veían, al aire, el video en el que el empresario Carlos Ahumada daba a Bejarano, coordinador del PRD en la Asamblea Legislativa, 45 mil dólares y algunas ligas.

«Saliendo del estudio se me acercó una persona para decirme que Víctor Trujillo quería saludarme, pero nunca me dijeron que se había transmitido un video y querían conocer mi opinión. En el estudio vi que estaba Federico Döring. Lo saludé; ni siquiera sabía que estaba al aire. Me sentaron y me exhibieron el video», declaró Bejarano al Canal 6 de julio.

-¿Qué pasó ese día? -le pregunto a Víctor.

-A las 3:30 am iba saliendo para acá (Televisa), pero ya había gente nuestra desde las 11:00 de la noche trabajando. Me avisan que tengo llamadas desde las 3:00 de Federico (Döring). Nos comunicamos y me dice: «tengo algo». «¿Tienes qué?», le digo. Me dice: «un video de Bejarano haciendo esto».

-¿Qué haces? ¿Era una oportunidad para catapultarte? -pregunto.

-Al contrario. Lo más sano que podía haber en el ambiente político era una “izquierda contraste”. Supuestamente la oposición estaba obligada a hacer la diferencia. Si el video hubiera sido de un priísta dices «bueno, resultó que sí.» O de un panista dices «mira lo que hace el poder». Pero de la izquierda dices «no no no no y ¡no!»

-¿Por qué lo transmites?

-No puedes ser cómplice de lo evidente. Es como decir a la mujer que amas: «Hazlo con quien quieras pero que yo no me entere.» Qué pena que la evidencia de la corrupción que todos sospechábamos desde que nacimos llegara de ese lado. Pero no puedes verlo y decir «no, la izquierda no acostumbra eso». Me enojó y entristeció mucho.

-Bejarano habló de una celada.

-Estaban de moda los complots, todos tenían uno. A lo mejor había uno contra Andrés (Manuel López Obrador), pero hay niveles.

-¿Por qué no le dieron el video a Joaquín López-Dóriga, a Carlos Loret?

-Brozo estaba a top. Queríamos meternos a las noticias pero no planeamos que los medios estuvieran pendientes de lo que hacíamos o que nos entrevistara o hablara de nosotros un periódico alemán (Spiegel), uno francés (Le Monde Diplomatique), los gringos (Seattle Times), españoles (La Voz de Galicia).

-¿Quién estuvo detrás de ese video?

-Lo dije en El Mañanero tres o cuatro días después. Si este video lo tenía Ahumada guardado como protección de que lo empinaran primero, él tuvo que haber ido con alguien opositor para decirle «mira lo que tengo». Y yo dije «del PAN sólo puede ser Diego (Fernández de Cevallos)».

-¿Alguien más?

-¿Con la lana de quién? A lo mejor fue la de Carlos Salinas, él tenía muchos intereses en la presidencia de (Vicente) Fox.

-¿Qué pensaste cuando Bejarano llegó?

Bebe un sorbo de café viendo la pared.

-Son de esas veces que dices «ya lancé la chingada moneda y va a caer parada». Si hubiera sabido que por ese momento íbamos a tener tres años de terror con mis hijas, a salto de mata, a lo mejor no lo hago.

-¿Por quiénes, los bejaranistas?

-No lo sé, siempre fue anónimo.

-¿Eran llamadas?

-Acciones, provocaciones.

-Tenías cuatro guaruras…

-¿Cuatro? ¡Cuatro guaruras cada uno! -dice levantando los brazos y la voz.

-¿Cuál fue el peor momento?

-¡Todo! Eran montajes, si ibas al cine alguien salía a provocarte y había otros tres listos para hacer lo mismo por acá y otros tres por allá. Tenía que ir siempre en alerta: se pretende que tú falles, tú empieces, porque si caes en la provocación entonces eres un prepotente. Tienes que estar listo para que llegue alguien a decirte verraqueces que no has oído -y mira que uno es verraco-. Es cuando dices «esto es un anzuelazo».

A inicios de 2004, Jorge Camacho y Jorge Méndez, colaboradores de Trujillo en El Mañanero, recibieron el siguiente mensaje SMS en sus celulares: «Dile a Víctor que se cuide porque se va a morir.» En febrero de 2004, según gente cercana al conductor, Televisa dispuso cuatro guaruras para él, y dos para cada una de sus hijas. Según la Procuraduría General de Justicia del DF las amenazas fueron enviadas de un celular de prepago del estado de Sonora.

Dos días después de presentar el video, los guaruras ya eran su sombra. Tres viajaban en un auto escolta y en el suyo iba un chofer entrenado. En marzo recibió una llamada en su oficina con un mensaje que le hacía una sugerencia: darse por muerto. Aunque evaluó sacar a sus hijas del país, confió en la protección de Televisa. No obstante, dos colaboradores de El Mañanero que pidieron no publicar su nombre coincidieron en que Víctor les dijo: «Quieren vincularme al narco y no voy a permitirlo.»

En marzo, Víctor ordenó a su staff hacerse un examen antidoping.