Entre cables y tarimas, el Infield del Hipódromo de las Américas se convirtió en una sala de exposiciones para proyectos tecnológicos de corte emprendedor; cabinas telefónicas touch, arte digital e impresoras 3D tuvieron un lugar para dar a conocer sus ideas y cómo estas ayudarán a la sociedad.

“La idea de estar aquí es poder mostrar las mejoras que se pueden hacer en telefonía para la ciudad interviniendo un espacio público con tecnología”, dijo el líder de proyectos del despacho de arquitectos FxFowle, Luis Bustamante.

Bustamante fue el responsable de representar al despacho en TagDF con NYC Loop, un proyecto de cabinas telefónicas públicas con pantalla multi touch, las cuales podrían ser las elegidas para reemplazar los 11,000 teléfonos públicos que existen en Nueva York en 2014.

“Cada cabina estaría diseñada por colonia para que puedan resolver los problemas de este espacio, con apps, noticias y servicios tecnológicos que los puedan ayudar; más que una cabina se volvería un punto de información pública”, comentó Bustamante.

Estas cabinas serían una especie de smartphones públicos pues, además de apps y WiFi, tendrían la opción de llamada gratis por debajo de 5 minutos e incluso videollamadas por Skype; el despacho buscará tratar de convertir la telefonía pública en un espacio de diseño que además pueda ser usado por todos los estratos sociales.

Sin embargo, no todo lo que buscan los emprendedores es colocar un servicio: algunos como Heather Dewey-Hagborg de Dewey Hagborg Project recurren a la mezcla del arte y tecnología para dar un servicio a la población.

“El objetivo del proyecto es dar miedo; levantar conciencia entre la gente de lo que se puede hacer con su información y su ADN, los cuales va dejando en la calle como una huella”, dijo el representante de Dewey Hagborg Project, Thomas Dexter, en entrevista para Grupo Expansión, empresa de la que es parte Chilango.com.

A partir de una colilla de cigarro, un cabello o un chicle que una persona haya dejado atrás en la calle, la artista extrae partes específicas del código genético de la persona como su color de ojos, piel o forma de la cara; datos que se ingresan en un software, el cual genera un modelo tridimensional del rostro de la persona.

“Las caras se imprimen y se muestran junto a las colillas o chicles de las que se generaron, para que las personas puedan darse cuenta de que toda su información está libre y lo que significa en términos de seguridad no cuidarla”, dijo Dexter.

Los rostros creados por el proyecto son ahora parte de una exposición de arte que comenzará a recibir al público a partir de agosto en Long Island Nueva York y la Biblioteca Pública de esa ciudad. Heather ya ha sido contactada por oficinas de seguridad estadunidense para usar su software con el fin de resolver temas de identificación forense.

TagDf reunió en dos días a un aproximado de 3,000 asistentes en 20 conferencias y talleres dentro de un espacio de 27,000 metros cuadrados, con el objetivo de despertar la curiosidad por la innovación, la tecnología y la ciencia.