¿De qué trataba?

Tres estudiantes de una academia de monstros. Ickis, el principal, cuya mayor habilidad era hacerse gigantote, pero la gente siempre lo confundía con un inocente conejito. Oblina, que era una especie de barra de caramelo con poderes extraordinarios, como sacarse los órganos y provocar pesadillas. Y claro, Krumm, que tiene unas axilas peludas y carga los ojos en las manos.

¿Qué la hacía alternativa?

Que, a pesar de ser monstros y vivir en el fondo de una alcantarilla, estos tres personajes no dejaban de ser unos adolescentes con los issues normales de siempre, que a pesar de todo eran los mejores amigos del mundo.

¿Por qué nos gustaba?

Por su originalidad y sus buenas anécdotas, que nos recordarían después a Harry Potter.