No, señores: no ODIAMOS el fútbol per se. Pero cuando uno dice que el Mundial le importa tanto como saber el estado sentimental de Laura León, la gente de inmediato te apunta con su flamígero dedo y te dice: “eres un grinch, ésta es una ocasión de celebrar, ¿No le vas a México? ¿No eres patriota? ¿No tienes sangre en las venas?”

La cuestión va más allá de tener un corazón de hielo. Podemos emocionarnos por cosas tan triviales como una convención de cómics, una rebaja de zapatos o el nuevo capítulo de True Blood, pero el fútbol no nos emociona. No es odio, sino llana indiferencia.