“El teatro me sabe a libertad, por segundos lo olvido todo, a esto me sabe la libertad ahora” dice quien desde ahora llamaremos Macbeth.

“Se siente un poquito a perdón, de amor, hemos vivido muchas veces en la oscuridad, sin visitas y vivir el teatro y verlos a ustedes, nos dan ganas de seguir luchando por ser mejores, mejores”, asegura quien tiene una sentencia de 40 años en un módulo de máxima seguridad en Santa Martha Acatitla.

Ver teatro en un centro penitenciario tal vez no sea uno de tus planes favoritos, o tal vez ni siquiera lo habías considerado. Pero es una de las más grandes y conmovedoras experiencias que vas a vivir. Verás personas con más de 50 años de sentencia viviendo la libertad a través de un clásico de Shakespeare: Macbeth.

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Macbeth, interpretado por un hombre privado de su libertad, moreno, de estatura mediana, pelón, con una voz ronca y risa peculiar, disfruta una hora y media de función que lo devuelve a la vida. El teatro desde hace 13 años le ha regalado empatía y lo ha hecho sentir libre por segundos.

“Uuuuta, el teatro me ha enseñado muchas cosas, yo soy una persona muy explosiva, de carácter difícil. Yo soy uno de los 120 secuestradores en el 2004, según, más sanguinarios y haciendo teatro, la verdad es que he aprendido a ser más tolerante, es como si el teatro matara la malo. Tengo un chingo de sentencia y mi miedo más grande es morir sólo en una celda, y aquí con la gente, con las visitas, con los aplausos, me siento vivo”, dice al terminar la función, sudando luego de darlo todo.

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El arte para la reinserción social en Santa Martha Acatitla

“Nosotros estudiamos mucho para esta obra, nos cuestiona, la adaptación cuestiona nuestra hombría, dejamos el machismo de un lado, nos damos cuenta de lo que hicimos bien o hicimos mal, vivimos aquí y nosotros elegimos hacer teatro porque cuando tú entras a la cárcel tienes la oportunidad de elegir lo que tú quieras y volver a empezar: ser pintor, carpintero, bailarín, actor. Y todos allá afuera pueden elegir lo que quieren ser y empezar de cero, sin necesidad de estar en una cárcel para valorar la vida”, dice quien interpreta una bruja de Shakespeare, un chavo de 28 años privado de su libertad, quien podría ser atractivo para varias personas acá afuera, alto, de pelo corto, y simpática sonrisa, de quien te preguntas: ¿qué habrá hecho para estar aquí? pero no importa: aquí es un artista.

Llegar al penal y pasar por al menos cuatro filtros de seguridad. Cumplir con ciertos colores para entrar, sólo el verde, rojo, rosa, gris claro y café; llevar tu identificación en mano y la cartilla de vacunación de COVID-19, cubrebocas y careta. Se abren al menos tres puertas y una reja enorme para el acceso, caras nuevas para los guardias, pero lo es más para los cientos de personas privadas de libertad que esperan en un largo pasillo y te reciben.

La energía es densa. La vibra, o cómo sea eso que le llamas cuando sientes una presión en el pecho al avanzar. Juzgar hasta ahí sigue pareciendo fácil, volteas a la izquierda y muchos te ofrecen libretas, cuadros, vírgenes hechas a mano por ellos mismos. Algunos te observan y bajan la cabeza, otros firmes sostienen la mirada y sonríen, a otros la presencia no les importa, muchos se alegran porque hace años no reciben una visita; su familia ya los olvidó.

Trecera llamada

Los visitantes nos adentramos al auditorio, nos reciben cantando “Bésame mucho” y una copa de lo que simula ser vino tinto, el ambiente es perfecto, ya no estás en la cárcel ni en sus pasillos, ellos son actores, que se sienten profesionales, la música, la batería, el bajo, el saxofón. Se respira arte, se respira vida, poco a poco el corazón deja de latir con miedo y se sumerge en la obra. Y de ahí Macbeth, el rey, Lady Macbeth y las brujas hacen magia. No son presos, son artistas. ¡Tercera llamada, comenzamos!

La Compañía de Teatro Penitenciario trabaja desde hace 13 años dentro y fuera de la penitenciaria de Santa Marta Acatitla y resignifica y adapta un clásico de William Shakespeare, ese texto de 1606 que dramatiza los dañinos efectos, físicos y psicológicos, de la ambición política en aquellos que buscan el poder por sí mismo. Ese clásico a la mexicana que pretende confrontar el rol de género actual y hace frente a la violencia que existe en nuestro país, las muertas, las violaciones, las desapariciones para terminar gritando con fuerza desde las tripas: ¡NI UNA MÁS!

Esta puesta en escena dirigida por Itari Marta tiene como misión que el público se cuestione la violencia en la que vivimos, las muertes que sí suceden y las violaciones que día a día sufren miles de mujeres en nuestro país y no porque no suceda de cerca significa que no existe, no podemos ser ciegos ante una realidad, no podemos volverlo normal, porque no es normal.

El teatro penitenciario también es arte

El teatro dentro de la penitencia es arte, como lo es en un foro, en un auditorio del exterior, ahí se respira pasión y compromiso, porque actuar en Macbeth para los presos es trabajo, pero es más vida.

“Para nosotros es vida verlos y agradezco que estén aquí, muchas veces, pasamos mucho tiempo en la oscuridad, muchas veces nos quedamos sin visitas, ver que ven nuestro trabajo, el cual preparamos estudiamos, leemos a Shaekespeare, nos cuestionamos sobre nuestras propias vidas. Nos alegran, esto nos hace conscientes de que la gente sí cambia, la mayor parte del tiempo juzgamos, pero hoy ustedes, desde que decidieron entrar al penal, me hicieron sentir libre, parte de una sociedad que me rechaza y de la que yo no me siento parte”, comenta conmovido, al borde de las lágrimas un personaje de la obra, quien con más de 40 años de sentencia el teatro le sabe a libertad.

Tú también puedes elegir vivir esta experiencia de teatro en Santa Martha Acatitla. Es arte, es cultura y para ellos, sin juzgar, sin saber si son inocentes o culpables, simplemente esta obra les recuerda lo que es vivir libres.

Esta temporada termina el 18 de diciembre, para asistir escribe a [email protected]. Este proyecto pertenece al área de impacto social del Foro Shakespeare, El77cca, que llevan 13 años trabajando en el penal de Santa Martha Acatitla varonil.

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