Ramón Xirau murió el jueves a los 93 años. Nació en Barcelona, pero desde hace años era chilango. Vivía en una casa en la colonia San Angel Inn, al sur de la ciudad.

A nuestro país llegó en 1939, exiliado por la guerra, junto con sus padres. Tenía 15 años. Vivieron en un pequeño departamento en la colonia San Rafael, por el cruce de las calles Gómez Farías y de Sadi Carnot.

Estudió en el Liceo Franco Mexicano y después en la Facultad de Filosofía y Letras, en el edificio de “Mascarones”, en Santa María de la Ribera, donde su papá daba clases.

Xirau alguna vez escribió qué lo hizo realmente mexicano: «Vi a una persona, hablé con ella, le conté interminablemente historias temibles de la guerra vivida, de aquella guerra tal vez incivil; y me escuchaba. La conocí cuando ella hablaba con mi padre. Era Ana María Icaza, mi futura esposa. Mi padre me dijo que era pintora. Lo era. Pintaba muy bien».

Obtuvo la maestría y más tarde el doctorado en Filosofía, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue profesor en el Liceo Franco Mexicano y la Universidad de las Américas.

En sus últimos años, como maestro emérito de la UNAM, recibía a un grupo íntimo de alumnos en su estudio, dentro de su casa, lleno de libros.