Chilango

El racismo que consumimos en el cine y la televisión mexicana

Indio ignorante, negro maltratado, microbusero naco… los productos culturales mexicanos que consumimos en la televisión, el cine o las historietas están llenos de este tipo de personajes estereotípicos con cargas racistas. Nuestro consumo constante de ellos ha servido para fortalecer el racismo que vivimos y reproducimos, de una manera u otra, todos los días. Por eso, vale la pena revisarlos y reflexionar sobre ellos.

Los “indios” en el cine

Si lo pensamos mejor, la Época de Oro del cine mexicano retrató a los indígenas mexicanos de una manera poco favorable. Tizoc, el protagonista de la célebre película homónima, dirigida por Ismael Rodríguez (1956), los representó inocentes, sumisos, miserables, ignorantes y, sobre todo, inferiores ante los criollos. «Tizoc se convirtió en una fantasía del indigenismo nacional», dice el historiador Federico Navarrete en su libro México racista: Una denuncia. (Grijalbo, 2016).

Lo mismo ocurrió con La India María. El más exitoso personaje de María Elena Velasco se presentó como una mujer mazahua, pero el resultado fue una caricaturización de lo que se entiende por “indígena” en el imaginario colectivo mexicano. «Su punto de partida es el humor racista y su breve nulificación», dijo Carlos Monsiváis en un artículo para Debate feminista. «La India María no es un producto de la observación de las indias mazahuas, viene del teatro frívolo en donde la risa fácil se obtiene imitando la preocupación afanosa del lenguaje por parte de los indios».

Muchos dirán que Tizoc, La India María y personajes similares no son racistas, sino que lanzan críticas a la realidad nacional. Otros, como César Carrillo, en su libro El racismo en México (Conaculta, 2009), opinan que sí son representantes del racismo mexicano porque interpretan a los indígenas en tono cómico o de farsa, con un humor que tiene sus raíces en la discriminación, pero sobre todo porque nos envían el mismo mensaje: «Los indígenas son inferiores y hay que desconfiar de ellos».

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Los “nacos” en la televisión

La televisión conservó este vicio del cine. Los papeles de indígenas, negros o asiáticos en las telenovelas y series suelen ser interpretados de esta misma manera cómica y exagerada. Están, por ejemplo, Cirilo y María Joaquina: el niño negro, humilde y víctima del bullying por su color de piel, y la niña blanca de ojos claros y clase alta que desprecia a Cirilo por ser inferior, en Carrusel, la popular telenovela infantil de los 80.

El tipo de comedia discriminatoria del cine se transformó en la TV: del “indígena rural” al “naco citadino”; es decir, el microbusero, el flojo de la vecindad. Para muestra, basta ver el trabajo de algunos comediantes mexicanos, como Adrián Uribe con “El Vítor”, Eduardo España con “Germán”, Eugenio Derbez con “Aarón Abasolo”, Héctor Suárez con “El Negrito Tomás” y Consuelo Duval con “Nacasia” y “Nacaranda”, entre otros. En estos ejemplos, los «pobres, feos, ignorantes, flojos, sucios, pero nobles y de buen corazón» son objetos de mofa. Tal como ocurre en La India María: «pobre, tonta y fea, pero honrada».

La televisión se ha llenado con estos de estereotipos: personajes que entretienen con chistes racistas sobre sí mismos. Otros ejemplos son Maclovio («Un indio ladino, pero muy listo»), interpretado por Luis de Alba; Chano y Chon, de Enrique Cuenca y Eduardo Manzano; Régulo y Madaleno, interpretados por Manuel Tamés y Francisco Fuentes; e incluso los sketches que realizaba Jorge Zamora (“Zamorita”), en el programa Chispas de chocolate.

«Personajes nacionales como la india María o “El Vítor” son producto de los estereotipos», comenta en entrevista Mireya Marroquín Bitar, consultora en imagen estratégica. «A los indígenas se les discrimina muchas veces porque en nuestro cerebro está la información que es un grupo vulnerable que no ha tenido un acceso a educación de calidad o servicios urbanos y nos lleva a tener prejuicios. Nos sentimos superiores a ellos por vivir en ciudades, haber tenido acceso a una escuela y esto es un grave problema que tenemos como sociedad. En el caso de “El Vitor”, tenemos el estereotipo de que los conductores de transporte público son gandallas, cafres, vulgares, etcétera. ¿Y esto es verdad? Por supuesto que no».

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Memín: «El negrito del alma blanca»

Creado en la década de 1940 por Yolanda Vargas, el cómic Memín Pinguín se centra en las aventuras de un grupo de niños en la primaria. Memín, un niño de raza negra, es el protagonista y siempre es objeto de burla por parte de los personajes blancos.

El guion siempre deja espacio para todo tipo de situaciones racistas de las que el protagonista y su “Ma’ Linda” son víctimas. Por eso, «sí es una historieta racista», dijo el ilustrador mexicano Bef en una de sus columnas de Milenio. Lo es por el humor discriminatorio y también porque en él «hay una negación, ignorancia de la tercer raíz de nuestra cultura, de África».

Memín Pinguín logró más de 700 capítulos durante 50 años desde 1963. Fue hasta 2005 cuando surgió la discusión pública de su racismo implícito, a partir de una estampilla con la imagen del personaje emitida por el Servicio Postal Mexicano que ofendió a la comunidad afroamericana de Estados Unidos.

No son racistas, es un malentendido cultural

Ante las declaraciones de la Casa Blanca, varios intelectuales mexicanos se unieron a la defensa del personaje, primero expresada por el entonces Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez. Elena Poniatowska, por ejemplo, declaró que el problema estaba en las diferencias culturales entre ambos países. «Durante los años de existencia de esa historieta, en México nadie se ha sentido ofendido, inclusive es un personaje muy querido. No entiendo por qué ahora se desata esto», dijo para La Jornada. «En nuestro país, la imagen de los negros despierta una simpatía enorme, que se refleja no solo en personajes como Memín Pinguín, sino en canciones populares. Hasta Cri Cri creó su “Negrito Sandía”. En México, a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, nuestro trato hacia los negros ha sido más cariñoso».

La declaración del Sixto Valencia, el ilustrador de la historieta, fue parecida: «Hay que ver lo blanco que es este condenado negro, el alma tan blanca que tiene», dijo para La Jornada en 2013. «Su única intención es divertir a la gente».

Ante esta polémica siempre habrá dos bandos: los que piensan que Memín es demasiado adorable para ser racista, y los que optan por hacer este análisis: él no discrimina a nadie, se defiende a sí mismo ante el bullying por su apariencia física. Sin embargo, son su temática y su humor los que convierten al cómic en un producto cultural que reproduce estereotipos racistas, porque su argumento tiene las mismas raíces que el de La India María y los otros personajes mencionados: un humor que se ensaña con toda persona diferente.

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El racismo que consumimos

El racismo es un problema presente en casi todos los ámbitos de la vida pública: en las escuelas, en los trabajos y, lo peor, en los productos culturales que consumimos en la cotidianidad. Eso enraiza aún más el problema. «Nuestra mente está entrenada para descifrar todo lo que vemos», dijo Mireya. «Por un instinto meramente de supervivencia, nuestro cerebro clasifica en segundos todo lo que nuestros ojos ven (cosas, lugares y personas) conforme a nuestros conocimientos, experiencias previas o estereotipos». Por eso, es fácil reproducir una actitud racista cuando nuestro consumo cotidiano es de contenidos racistas. «Desafortunadamente, los estereotipos y toda esa información previa que descodifica lo que vemos provoca prejuicios y nuestras reacciones pueden llegar a ser discriminatorias».

Este fenómeno también ocurre entre personas en las mismas condiciones. «En mi comunidad (en el Valle del Mezquital) aún se les regaña a los niños por hablar la lengua tradicional (ñañhú)», dijo en entrevista Raymundo Isidro Alavez, un profesor, escritor y traductor otomí, «porque se cree que hay que mejorar la raza, olvidar la lengua y aspirar a ser como los blancos de la ciudad. Esto es porque en México el privilegio no es para los indígenas y nadie quiere ser oprimido».

Si te interesa saber más sobre el tema, te recomendamos que revises nuestro especial de racismo.