Carlos Cronista

En este país de pronto hizo falta un cronista de nuestra vida diaria. Salvador Novo fue el máximo exponente de esta especie de género periodístico y literario, y Monsivaís se convirtió en un perfecto sucesor.

Llenaba ese hueco con mucha astucia y buen humor, con observaciones tan inteligentes como accesibles para el entendimiento de todo público. Comentaba con acidez y profundidad nuestros procesos políticos, las extrañezas de nuestra cultura popular y las tradiciones de nuestro día a día.

Muchos de sus libros trataban estos temas, además, con una perspectiva histórica. Recorrían, generalmente, desde el Porfiriato hasta los años cuando se publicaban. Los boleros, el cine y sus estrellas, los periodistas, artistas y caricaturistas más importantes y emblemáticos del país tomaban un lugar central en su narrativa. Era una especie de anticuario de nuestra cultura popular.

Los libros en esta vena más recomendables de Carlos Monsiváis pudieran ser:

Días de Guardar. 1970.

Amor Perdido. 1976.

Escenas de Pudor y Liviandad. 1988.

Los rituales del caos. 1995

Juan Gabriel, los economistas más importantes del país, María Félix, Agustín Lara y los líderes sindicales son algunos de los personajes circundantes en estas crónicas, ensayos-relato que divierten, duelen, confunden por momentos y ponen a reflexionar.

El biógrafo

Tal era la pasión de Monsiváis por nuestras historias y cultura que ahondó, en más de una ocasión, sobre algunas personalidades o situaciones en concreto. Estas podían pertenecer a los altos vuelos de la literatura mexicana (como en el caso de Jorge Cuesta), al círculo de las artes plásticas (Frida Khalo, María Izquierdo, José Chávez Morado) o a la propia idiosincrasia de nuestro país (Pedro Infante, el bolero, la gastronomía).

En este tenor, son clásicos sus apuntes siguientes:

El bolero. 1995

Pedro Infante: las leyes del querer. 2008

Carlos Monsiváis (autobiografía). 1966.

Salvador Novo. 2000.

Octavio Paz: crónica de vida y obra. 2007.

Frida Khalo. 2007.

El analista

Más allá del humor y los divertimentos, Monsiváis fue un férreo defensor de los grupos marginados, de la injusticia y las corrupciones propias de nuestro sistema político. Con su clásica columna “Por mi madre, bohémios”, publicada en diversos medios a través de los años (y compilada por primera y única vez en un libro de 1993) se burló de forma legendaria, pero en estos siguientes volúmenes quedó marcada una faceta, digamos, más comprometida:

El 68, la tradición de la resistencia. 2008.

Democracia, primera llamada. El movimiento estudiantil de 1968 (2010)

Que se abra esa puerta. Crónicas y ensayos sobre la diversidad sexual (2010)

No sin nosotros. Los días del terremoto 1985-2005 (2005)

Entrada libre. Crónicas de la sociedad que se organiza (1987)

De ficciones y ediciones

Se conoce un solo libro de Carlos Monsiváis en el mundo de las ficciones; fue en poco tiempo considerado un clásico y resulta ser lectura obligada. El título, claro, es Nuevo catecismo para indios remisos (1982), donde la fábula de junta de manera amena y elegante con el trasfondo social e histórico.

Sin embargo, su amplísima cultura lo convirtió también, por momentos, en un editor de antologías y revisor de nuestra tradición literaria increíblemente completo. Valen mucho, sobre todo, sus ediciones de poesía, como editor y compilador:

Poesía mexicana II, 1915-1979 (1979)

A ustedes les consta. Antología de la crónica en México (1980)

Lo fugitivo permanece. 21 cuentos mexicanos (1984)

La poesía mexicana II, 1915-1985 (1985)

Felices páginas.