Estos tres libros relatan la realidad de la guerra, el flujo de la droga en un continente y la violencia en sus diferentes formas, desde la visión infrarrealista de grandes periodistas.

Gracias por su servicio

David Finkel, periodismo, Ed. Crítica, $249.

Éste es el segundo libro que David Finkel, jefe del equipo de periodismo de The Washington Post, dedica a los soldados estadounidenses enviados a Irak. «Mi intención no era escribir sobre la guerra, era usar la guerra para escribir de un modo más íntimo sobre las personas afectadas». En este caso se centra en el regreso de los ex combatientes a sus hogares porque «quería escribir sobre cómo es regresar a casa cambiado, lastimado».

Acercarse a los protagonistas de estas historias sórdidas y desgarradoras, como la de Adam Schumann, diagnosticado con trastorno por estrés postraumático, le fue fácil a Finkel. Se había ganado su confianza, pues formaban parte de la división a la que acompañó a Irak en 2007. Lo difícil fue que se abrieran del modo que lo hicieron, «porque detallo los peores momentos de su vida», afirma el periodista.

Gracias por su servicio, dice Finkel, no es un libro de historia, sino que narra algo que está ocurriendo ahora. «Creo que por lo que pasan estas personas es por lo que pasa cualquiera que va a la guerra, no importa si es un estadounidense en Irak o un mexicano afectado por el narcoterrorismo».

Narcoamérica

Dromómanos, Tusquets, periodismo, $199.

La mexicana Alejandra S. Inzunza y los españoles José Luis Pardo y Pablo Ferri ahorraron durante un año, compraron un Pointer 2003 y en diciembre de 2011 salieron de México para hacer un road trip hasta Chile; invirtieron más de tres años entre viaje y escritura. En el camino del proyecto, que llamaron Dromómanos, encontraron un tema que reportearon a lo largo del continente: el tráfico de drogas. Pero no es un libro para especialistas, dice José Luis, «sino para entender un continente. En este caso, su cara B. La pobreza, la desigualdad, la corrupción, la violencia, la impunidad». El narco les sirvió de hilo conductor a pesar de no tener una fascinación por el tema, aclara Alejandra. Una de las historias que más trabajo les costó escribir, nos cuenta Pablo, fue la de Honduras. «Era muy difícil plasmar lo que genera la muerte, donde hay tantos asesinatos». Y aunque en general su conclusión sobre la realidad latinoamericana es terrible, ellos están enamorados de este continente.

Demasiados lobos andan sueltos

Luis Valencia (coordinador), Rayuela, periodismo, $120.

Darle un espacio a las víctimas –del narco, de las desapariciones forzadas, de la violencia– era la intención de esta antología de crónicas periodísticas coordinada por Luis Valencia. Y aunque los nueve textos incluidos en el volumen ya habían sido publicados, la idea, dice Valencia, fue alinearlos todos alrededor del concepto del periodismo infrarrealista concebido por Diego Enrique Osorno. El libro «hace un homenaje a todos esos periodistas que están reporteando estos temas duros desde la trinchera», comenta Valencia. Hay textos sobre la violencia en Sinaloa, Acapulco, Nuevo León y Honduras, y otras historias, como la de la guardería ABC o la de un bombero mexicano que rescató heridos el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Avelino Sordo Vilchis, uno de los grandes diseñadores editoriales del país, dice Valencia, apostó por este proyecto como uno de los cinco libros que publica al año en su editorial.

¿Ya los leyeron?