La pandilla que vivimos en el Valle de México, la querida Chilangolandia, tenemos unas costumbres y tradiciones que en provincia no pueden comprender. La quesadilla puede o no llevar queso, todo nos late meterlo en bolillos y sobre todo que el elote en vaso se llama esquite.

Acá vamos a repasar los rituales de consumo de la raza capitalina y sobre todo cómo la generación Z se ha encargado de modificarlos ¿Te identificas o de plano no le agarras la onda a la chaviza?

Traditional mexican rajas tamal sandwich also called “guajolota”

Primero, ¿Qué son los rituales de consumo?

Más allá de sonar como algo que estudiarías en tu clase de 7 am, los rituales de consumo son tradiciones o acciones con significado simbólico que nos llevan a consumir algo. Por ejemplo, comerte un pavo, romeritos o bacalao en la Navidad, o un pastel en tu cumpleaños. No es que tengas antojo de un guajolote el 24 de diciembre o que en el aniversario de tu nacimiento comas un postre porque necesites azúcar.

La pandilla chilanga tenemos nuestros propios rituales de consumo que nos definen y distinguen de entre los mexicanos. Uno de los más característicos es salir a las carreras por las mañanas a trabajar y comernos una guajolota o torta de tamal. Muchos no entienden por qué metemos un paquete de masa como un tamal, en un paquete masa como lo es un bolillo, pero así es el ritual de consumo y lo amamos.

La generación Z ha creado sus propios rituales

La Generación Z, también conocida como centennials, es toda la raza que nació entre 1997 y 2012, caracterizada por haber crecido en un mundo con internet y tecnología como los dispositivos móviles en todos lados. Esta pandilla suele apoyar a la diversidad y son más conscientes de cuestiones sociales y políticas que generaciones anteriores. En pocas palabras son innovadores y disruptivos, por lo que sus rituales también lo son.

Los rituales de consumo de la generación Z van desde comprarse ropa y accesorios por internet para estrenar en festivales, salir coquetos en Instagram y TikTok; cotorrear con su pandilla a través de conferencias virtuales mientras se echan la reta en videojuegos; y cuando hablan con sus amistades, prefieren mandarles un audio de WhatsApp o hasta una videollamada, sin embargo, es muy raro que llamen por teléfono de forma convencional.

Durante todas estas actividades, los centennials necesitan comer una botana que se ajuste a sus necesidades y les permita hacer más de una actividad al mismo tiempo. Una buena opción son las Chip’s Papatinas de Barcel con sus sabores Chillix y Fuego, intensas tonalidades que se adhieren a sus vidas.

Lo más chido de las Chip’s Papatinas, además de su sabor y textura crujiente, es que su presentación delgadita, en una bolsa alargada, te permite comerlas mientras haces algo más, como: jugar un videojuego, grabar un TikTok o dar un rol con tu grupo de amigos.

Con las Chip’s Papatinas tus dedos nunca quedarán grasosos, para que puedas seguir tocando la pantalla de tu fon, picando los botones de tu control e incluso tecleando en tu lap mientras acabas tu tarea de la uni. Gracias a su presentación, puedes abrir una esquinita y simplemente darte un bocado como si le dieras un trago a tu bebida.

Seguramente la banda chilanga nunca va a dejar atrás una buena guajolota por la mañana, pero conforme los Centennials se vayan haciendo mayores continuarán consumiendo sus Chip’s Papatinas al punto de incorporarlas a los rituales de consumo de la capirucha. Cáele a la tiendita, al minisúper, a la tienda de conveniencia o a donde mejor te quede por una bolsita y acompaña tus actividades con unas Chip´s Papatinas de Barcel.