Rosetta empieza de la mano de su chef Elena Reygadas. Ella Estudió letras inglesas en la UNAM pero después se alejó de su carrera y acabó en Nueva York cursando un diplomado en el French Culinary Institute. Ahí decidió seguir en el mundo de la gastronomía y dejar las letras a un lado, para los chilangos, no pudo haber tomado mejor decisión.

Gran parte de su carrera profesional tomó parte en Londres, donde vivió más de un lustro, y donde encontró al a su mentor, Giorgio Locatelli. Con él trabajo en su restaurante Locanda Locatelli por cinco años, fue ahí donde adquirió experiencia en todas las temporadas del establecimiento y donde se enamoró del pan y la pasta al estilo italiano.

Cuando nació su primera hija la chef decidió regresar a su país para criarla como mexicana. Al regresar empezó a hacer cenas a puerta cerrada, pues le daba tiempo de cuidar a su familia. En las cenas se dio cuenta de que la gente se chupaba los dedos y limpiaba los platos por lo que se sintió validada para abrir un restaurante.

Elena nunca tuvo una duda, cuando tuviera un restaurante lo quería en una casa. A ella no le gusta lo minimalista ni lo frío,le apetecía un espacio antiguo que se sintiera como un hogar de antaño donde se pudiera partir el pan con calma y en familia. Así se decidió por una antigua galería de arte en la colonia Roma que se convertiría en Rosetta.

En febrero acaban de cumplir tres años desde ese día. La razón de su conocido éxito se divide en varias formas, una de ellas es el cambio estacional de los platillos que hacen que los comensales habituales regresen y regresen. Otra es la calidad inamovible del sitio, no hay platillo que no salga en su punto de esa cocina y una última importante es el servicio impecable de los meseros que conocen la carta de la a a la z. No olvidemos esa focaccia con aceite, la joya del lugar. De las cosas a resaltar dentro de los platillos es que las pastas y el pan son hechos a mano. Un trabajo realmente artesanal, del que se puede afirmar es la máxima expresión de la materia prima. No hay ninguna oferta rimbombante, sólo platillos rústicos y honestos.

Hace poco más de un año tomó una de las partes más importantes del restaurante y le dio su propio espacio. En La Panadería, a sólo unos pasos de Rosetta, la especialidad es la masa y la levadura. Ahí cumplió su sueño de tener un agente que ayude a “hacer barrio” como ella lo describe. Le gusta ser parte de la comunidad donde trabaja y prestarles a los vecinos un espacio donde la formalidad salga por la ventana y un café mañanero o una rebanada de pan campesino sean cosa de diario.

Rosetta
Colima 166
Roma
5533 7804