Vinos y más vinos, entras y te pones medio happy al ver tantas botellas dispersas por todos lados. Es maravilloso, te sientes como Charlie entrando a la fábrica de chocolate de Willy Wonka, sólo que aquí, sí te cobran. Te recibe una tienda encantada que ofrece todo tipo de juguetes para buenos degustadores. La recepcionista te adentra amablemente en este recorrido en donde todo remite al vino: una pared con pintura de viñeros, otra de piedra, una más de madera, como si estuvieras en una cava.

Hay mucha vanidad, espejos que agrandan el lugar, botellas acomodadas con el propósito de antojar al comensal y un cómodo bar para quienes se aferran a no dejar la copa. Es un ambiente muy sofisticado y hasta político.

Altos empresarios se dan cita para llenar la mayoría de las mesas, otras pocas son tomadas por solteras que aprovechan para venir a ver el “ganado” y ver si salen con anillo en mano, así que vete muy catrín por si te echan el ojo.

Más que venir a comer, es disfrutar la variedad de vinos de 14 diferentes países. Puedes empezar con una copa de Hermit Crab como aperitivo: australiano con fino sabor dulce ligeramente seco.

Hay distintos tipos de maridajes que seleccionan variedad de platillos. Las patatas bravas saben mejor con uno de complemento –especiado y floral–; sin el vino, no te saben más que a puro aceite. Las preparan con páprika, oliva, chile piquín y aioli. El sabor que difícilmente quitas de tu boca es el del ajo, pero no hasta después de un trago de vino. El piquín enchila levemente tu lengua invitando a acabarte tu copa.

Como fuerte, el pecho de ternera al horno es muy rico, no necesitas cuchillo para partirlo, la carne es blanda por dentro y tronadita por la piel que poco a poco da un sabor ahumado al bocado. Puede desprender algo de grasa que se aprecia una vez que le agregas el sabor del merlot sugerido.

Los vinos más dulces se acompañan con los mejores postres: un pay helado de limón agrio con un moscatel cierra con broche de oro la degustación. Son muchas tonalidades de sabores: dulce, agrio y ahumado. ¿Cuál es más rica? Todas en conjunto eliminan rápidamente la revoltura de los demás platillos.

El servicio va más allá de ponerte la comida en tu mesa; te harán invitaciones a cursos de degustación y hasta querrán persuadirte para que salgas con un cartón de vinos en las manos.

Definitivamente, este lugar lo tiene todo. Más que un restaurante de buen gusto, resultará toda una escuela en tu aprendizaje sobre maridajes.