La vinería es parte de una familia de establecimientos condechi (junto con Cinq y Federica) que inició como tienda en la misma calle y se consolidó como restaurante. Ahí, los hermanos Ramos (uno chef, otro propietario) llenan un nicho precio-calidad fundamental en la zona.

La carta está llena de pintxos y entradas suculentas, como los rollos de berenjenas presentados en finas láminas, a la parrilla, rellenas de queso de cabra y deliciosa salsa de pimientos. Esto apenas llena un diente, así que se puede seguir con la pasta Ramos, que tiene ajo, chile serrano y queso parmesano, simplísima combinación en la que nada predomina, y en donde se siente ese toque picosito característico del chef Ramos.

La provoleta con tomate, prosciutto y albahaca, viene fundida en una cazuelita de hierro y acompañada de tortillas de harina. De sabor ligeramente ahumado, el prosciutto destaca el sabor del queso. Más elaborada es la pasta thai, con curry, jengibre y nuggets de pechuga de pollo, una mezcla explosiva entre el sabor especiado del curry y el perfume que proporciona el jengibre.

De plato fuerte imposible no pedir el pescado vinería, un delicioso trozo de esmedregal en salsa de jitomate, aceitunas y alcaparras. Este preparado refleja el antojo diario del chef: sin previo aviso puede venir con salsa de papaya y entonces se convierte en la sugerencia del día. En esta cocina son muy flexibles y queda claro que el comensal lo puede pedir a su antojo; si tienen los ingredientes prepararán lo que el cliente pida.

Hacerle un espacio al postre es fundamental, considerando el irresistible strudel, con su poderoso sabor a canela y una costra crujiente con un sabor entre ácido y dulce muy definido.

El baño es surrealista. No puede ser más pequeño porque entonces sería de una casa de muñecas. A decir de las mujeres es incómodo y está junto a la cocina: mal punto.

La barra que no funciona ayuda al decorado y combina con los percheros de cerámica rayados, corchos y etiquetas que, junto a las lámparas de botella que cuelgan, completan el numerito. La música es de buen gusto y está a un volumen muy agradable. Es el lugar perfecto para un encuentro casual con amigos o una cena romántica con una nueva conquista –impresionará sin necesidad de desembolsar una fortuna–.

A pesar de su nombre, cuenta con una carta de vinos reducida, aunque con buenas opciones a precios accesibles. Al estar fuera de la zona más saturada de la Condesa no tiene valet, pero ni quién lo necesite, de este lado todavía es posible acomodar por sí mismo el coche sin estropicios ni abusivas tarifas.

T: @VineriaCondesa

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