Pensamos que la de Coyoacán tenía una sucursal pero “reloaded” con meseros  más gandallas que te inventarían todavía más chupes en la cuenta. Nada que ver. Sólo está relacionada con las de Cancún, Playa del Carmen, Cuernavaca, Santa Fe y próximamente Insurgentes. Este restaurante-cantina-salón totalmente postoficinista de gente bien (o aspirante a) cuenta con santuario fumador justo en el patio interior de una casona con mesas y sillas equipaleras, televisiones planas y jardineras con árboles con foquitos. Esto es sin duda su mejor atractivo. En el resto del lugar vemos una Virgen de Guadalupe —tamaño caguama— en tonos sepias, vigas pintadas, cuadrotes inspirados en fotos de magueyes, campesinos y otros colorinches con tehuanas o milagritos pegados. De las paredes con firmas de famosos y la barrita ostentando el título de Museo del Tequila mejor ni hablo. Esta decoraciónn se coloca en un punto medio entre un pueblo mexicano concebido por Walt Disney y la incomparable calidez de un Carlos’n Charlie’s.