De toda la gastronomía mexicana, la yucateca es de las más variadas y complejas. Por un lado, requiere de mucha paciencia del cocinero, pues la mayor parte de los platillos toman mucho tiempo de preparación; por otro, exige al comensal el gusto por un condimento que ya era utilizado en la cocina náhuatl: el achiote, una semilla roja que se mezcla con varias especias y chiles hasta lograr una pasta cuyo sabor resulta ácido y penetrante, con el cual se suele marinarse y cocinar la carne y el pescado en Yucatán.

En El Jardín de San Agustín el menú es perfecto para aquellos que recién descubren la cocina yucateca, así como para aquellos más experimentados. Lo mismo se puede pedir una sopa de lima, unos panuchos (tortilla de maíz rellena de frijoles negros refritos, frita en aceite, con cochinita pibil y cebolla morada), unos papadzules, un relleno negro o un chamorro a la pibil –aquí se sirve tan grande que te recomendamos no pedir nada más si lo eliges–. La carne es extremadamente suave y ha sido penetrada hasta lo más hondo por el achiote y la naranja, que resta un poco la acidez y le brinda un toque dulce muy sabroso. Para acompañarlo te recomendamos una cerveza tradicional, como la León o la Montejo, típicas de aquella región y con más cuerpo que las claras que solemos tomar en estos lares.

Hay un menú más amigable para los niños y también varias opciones para los que están a dieta o prefieren algo menos exótico.

El ambiente es familiar y los fines de semana suele haber música en vivo con algunos conjuntos de trova yucateca

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