Librería con cafetería. La acertada mezcla con toques thai, pastas, ensaladas y sándwiches sin abuso

Inicialmente pensado como cafetería que complementara a la librería, el concepto gastronómico desarrollado por el chef Jonás del Pino —autor de la primer carta del consolidado Photo Bistro— ha resultado más exitoso de lo que sus propietarios pensaron.

En una fusión entre tai y casual, la pequeña cocina de este lugar tan bien montado en lo que fuera el patio de la casona, ofrece sándwiches, ensaladas, pastas, postres cumplidores y un extraordinario café de Colima (a veces tienen de Veracruz). Las ensaladas, que se antojan por su colorido y mezcla de aromas, resultan frescas.

La Oriental viene con una selección de frutas y un interesante aderezo de maracuyá y cardamomo. La pasta Bombay con pollo al curry es memorable: viene en una porción justa, bien presentada y engolosinantemente deliciosa; la salsa cremosa de color caramelo deja sentir el aroma y sabor del curry, pero sin excesos.

La selección de sándwiches es particular, entre otras cosas porque trata de emparedar guisos como tampiqueña, adobo y cochinita. El de salmón y verduras es el más recomendado por Jonás, seguramente por sus sabores sencillos y claros. El salmón sabe a salmón, las verduras conservan sus texturas y se complementan sin competir, de manera que no parece que todo está revuelto dentro de un pan. Todos los detalles culinarios se notan cuidados, el chef va personalmente a comprar el pan de granos y atiende, de mesa en mesa, buscando en todo momento que el comensal se sienta a gusto.

Con muy poquitas mesas de lindo diseño y jazz como música de fondo, el espacio resulta muy armónico y tranquilo, como debe ser una librería, en donde al principio se extraña una copa de vino para acompañar la lectura. Sin embargo, sumando los elementos, este espacio dedicado a la introspección va mucho mejor con la amplia y cuidada selección de tés Caravaranseraï.

Desde afuera no es llamativo. Salvo por una señal plantada en el camellón de Ámsterdam, a simple vista parece un garante con un (ahora lo sé) conejo, que no es blanco, sino negro.

Difícilmente el peatón se imagina que dentro existe un lugar que aspiraba a cafetería y se está convirtiendo en un oasis gastronómico thai. ¡Gracias Jonás!