Largo y extraño resulta el nombre de este establecimiento que es parte del grupo Daikoku. Está ubicado en el primer piso de un edificio triangular y ocupa la planta completa.

El lugar ofrece una amplia variedad de ofertas diarias, “todo el sushi por…”, “todas las especialidades por…”, “ladies and sushi”, etc. Si bien las reglas son estrictas e inflexibles (aplicables a toda la mesa o ninguno), es cierto que la oferta es tentadora a la hora de ver el precio.

El plato con 12 piezas de sushi es una comida completa, se le parece Shirashi que trae las piezas de pescado sueltas sobre una cama de arroz. Cambia la presentación, el fresco sabor es el mismo.

Todos los tepanyaki se presenta en una decorativa caja de madera. Los sabores son definidos y dan la sensación de autenticidad.
La carta es enorme y abrumadora, tantas cosas parecidas con ligeras variantes parecen no mostrar una diferencia considerable, sin embargo, cumple cabalmente con calidad en los ingredientes.

A diferencia de otros restaurantes japoneses, aquí no hay extrañas invenciones y mezcolanzas, en vez se tomó una lista de preparados tradicionales y se adaptaron al gusto chilango.

El servicio es bueno en general aunque si se llenan las mesas comienza a ser errático.

El pago con tarjeta de crédito es incierto, detalle que se suma a la cocina abierta con mala extracción. A pesar de la amplitud, la altura de lugar resulta un poco claustrofóbica, más cuando el humo de la parrilla de tepanyaki invade el comedor.

Los postres son particularmente simpáticos, son adaptaciones orientales de los clásicos franceses. Aquí también te puedes inscribir a la Escuela Gastronómica Daikoku donde imparten clases para elaborar sushi y otras especialidades de oriente.