Por Miguel Rivera

Como buen crítico gastronómico uno debe probar un poco de todo en un menú. Alguna pequeña entrada (o dos), tal vez un plato fuerte y acabar con un postre. Al llegar a esta cafetería en el corazón de Coyoacán, confieso, los dulces me guiñaron el ojo y apenas logré voltear a ver una que otra de sus ofertas saladas. Así me di un festín glucoso en esta cafetería que puede presumir de orgánica y también de original.

Cada pastelillo y pan tiene una preparación que nos recuerda a las especias de oriente. Su pastel de té verde es esponjoso, ligero como pluma y en la boca es exactamente lo prometido, una refrescante infusión en forma panosa. El pastel Ruta del Cacao, hecho con dacquoise de avellanas, crema de vainilla fresca, ganache de chocolate y praline de avellanas, es otra amplia recomendación.

No le pongan azúcar al café sin antes probarlo, es chiapaneco, robusto, dulce y está tan especiado que solito puede ser un postre que no necesita endulzante adicional.

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