Originaria de Milán, la franquicia de esta firma es una excelente opción para una cena relajada.

El primer Bice (mote cariñoso de su fundadora Beatrice Ruggeri) abrió sus puertas hace 80 años en Milán, Italia. Hoy existen Bice Bistros por todo el orbe, y ahora, además del que está en el Camino Real de Mariano Escobedo, el DF cuenta con el de Periférico Sur.

No sólo es una buena opción gastronómica para los huéspedes y los pacientes de los negocios paralelos de los Olegarios Vázquez, padre e hijo, por esos rumbos (el Hotel Camino Real y el Hospital Ángeles). El sitio es agradable, pero no suntuoso. Con plasmas sintonizados en eventos deportivos (por fortuna sin audio), una llamativa pecera por allá y algunas fotografías en blanco y negro por acá. El ambiente en general es despreocupado y reconfortante. A la hora de la cena –sin duda el mejor momento para apreciar su discreto encanto, sobre todo si se va bien acompañado– no abundan las corbatas y las que hay ya están aflojadas.

La tártara de atún, piña y vinagreta de cilantro y pomodoro es una delicia en la que el fruto termina imponiéndose con un acento agridulce. La variedad de pastas importadas y hechas en casa te abrumará en el buen sentido. Entre los risottos, hay que destacar elspeciale, preparado con champaña, limón y caviar; su sabor delicadamente ácido hace buenas migas con el acendrado sabor de la cebolla y lo salado de los huevecillos negros.

Una recomendable opción de postre ligero es el plato de moras, frambuesas y fresas con sorbete de limón, que invita al comensal a detectar las nimias diferencias entre la tríada de frutos rojos, unos más dulces y otros más ácidos (¡pruébalos a ciegas y adivina cuál es cual!). Desde que llegas, y hasta que te extienden la canastita con las mentas, la atención es esmerada.

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