En un local enorme, lleno de detalles moriscos exagerados. La comida estupenda, en porciones pobres

A pesar de la fama y tradición de los otros locales del mismo nombre, en Santa Fe, la experiencia culinaria resulta regular, la comida es muy rica sobre todo la sopa de lentejas, en una porción pequeña pero justa para satisfacer el antojo. El aroma de aceite y hierbas es delicioso, y la consistencia lo confirma.

Tratándose del alambre de corazón de cordero, donde se espera una porción más abundante, las expectativas son mayores que la porción mirruñita. Otra vez, el sabor es rico y gustoso, el problema de este plato es que dan ganas de tener más que ocho cubitos a la parrilla.

El servicio es bueno, formal, algo errático, incluso descuidado. Por suerte, el siempre noble público chilango que todo lo perdona lo aclientó.

La carta de vinos necesita atención urgente y cuidar los detalles más finos de la cocina como el término de la carne, las porciones y la preparación de los meseros en temas de platillos.

Los postres, típicamente árabes son una delicia. El dedo de novia es el dulce perfecto y el café termina por salvar la experiencia.

Seguramente con los anhelos de replicar la alambra, la decoración resulta una exageración, ni traslada a oriente ni se ve bonita, pero eso ya es cuestión de gustos.

A todo habrá que sumarle la ubicación en esta nueva plaza en la zona de Santa Fe llamada Zéntrika que tiene de todo menos congruencia con el nombre.