Dicen que si un lugar está lleno, es señal de que está bueno. Aunque esta regla no siempre aplique, las filas son el pan de cada día en estos cinco lugares de la ciudad. ¿Será que vale la pena esperar más de una hora por echarse un pozole, unos tacos o unos esquites?

Esquites de Xola

Si visitas el puesto en martes, jueves o viernes, la fila puede parecer interminable. Justo esos son los días que ofrecen tuétano como complemento. Ese manjar callejero es tan demandado, que hay personas dispuestas a recorrer varios kilómetros y esperar casi una hora para comerlo. La recomendación es estar unos minutos antes de las seis de la tarde. Hora a la que destapan las enormes ollas de barro.

La esquina del chilaquil

Si no has escuchado de este lugar es porque vives debajo de una roca. La esquina más famosa de la Condesa ofrece tortas de chilaquiles verdes, rojos, con pechuga empanizada, pollo deshebrado, cochinita o todas las anteriores reunidas en “la bomba”. La relación precio calidad es tan buena que algunos están dispuestos a esperar hasta dos horas por una de ellas (historia verídica en viernes de quincena). Su fila reúne godínez de la zona, crudos y uno que otro curioso.

La Casa de Toño

Este lugar se ganó el cariño de los chilangos gracias a su pozole y años después siguió ganando adeptos con sus flautas, sopes, tostadas y su legendario flan. Por eso no es de extrañar que tuvieran que implementar un sistema tipo “carnisalchichonería” para organizar la entrada de comensales. La sucursal de Narvarte llega a tener tanta gente que hasta el tráfico se ve afectado. En un domingo cualquiera podrías esperar más de hora y media por una cucharada de humeante pozolito.

Los Machetes de Amparito

Si por algo somos afortunados los que vivimos en la ciudad, es por tener cosas como los machetes. La mala noticia es que somos tantos que la espera es inevitable. Estas quesadillas gigantes (de 65 cm aproximadamente) son tan ricas y baratas que su fama se ha extendido a cualquier rincón de la ciudad. A tal grado que podrías aventarte un capítulo de tu serie favorita mientras esperas probar alguna de sus tortillas dobladitas rellenas de guisado con o sin queso (no entremos en polémica).

El Pescadito

Es increíble la fila que pueden lograr unos tacos de pescado rebozado estilo Sonora. Desde que la primera sucursal abrió sus puertas en la Condesa, las personas no escatiman en tiempo con tal de entrarle a alguna de sus nueve variedades taqueras. La sencillez de su menú, sumado a su simple dinámica de ordenar y porciones que dejan satisfecho a cualquiera, lo convierten en uno de los lugares más demandados. En especial unos días antes de que llegue la quincena; su precio es muy accesible.

El Cardenal

Uno de los restaurantes más famosos de la ciudad ameritaba un lugar en esta lista y no sólo por sus deliciosos desayunos, sino por la eterna espera que implica probarlos. Sin importar en qué sucursal los visites, en El Cardenal el tiempo para conseguir mesa no será menor a media hora. La única solución es llegar poco antes de las ocho de la mañana. Pero hay que admitirlo, los fines de semana están hechos para despertarse tarde. Así que más te vale tener un buen juego en tu cel o haber cenado bien un día antes. Esas conchas con nata valen lo que sea.