El delicioso huarache fue creado para enfrentar los apuros económicos de una mexicana que no se dejó vencer.

Este delicioso antojito mexicano tiene fecha precisa de origen y tiene creadora oficial: Carmen Gómez Medina.

Doradita y en canasta, este es el verdadero origen de la tlayuda chilanga

Y aunque quizá no te suene su nombre, ella es la mera, mera detrás del exquisito huarache.

Así fue la historia de Carmelita

Esta delicia gastronómica se la debemos a Carmelita, quien creó está garnacha para sacar adelante a sus hijos.

Y no solo lo logró, también colocó al huarache en el corazón y el estómago de los chilangos.

Carmelita nació en una familia de buena posición económica, así que no sabía nada sobre cocina, tampoco torteaba masa y menos sabía hacer tortillas.

Todo cambió cuando se enamoró de Andrés Suárez, un campesino y aguador con quien le prohibieron casarse debido a la diferencia de clases. 

Eso no detuvo a la joven pareja y, pese a la oposición de la familia de ella, se escaparon para estar juntos.

Todo parecía ir bien, hasta que la muerte los separó. Carmelita quedó viuda a los 30 años y no contaba con recursos para mantener a sus cinco hijos.

Sin embargo no se cruzó de brazos y lo único que se le ocurrió fue sacar un anafre, unos bancos y vender sopes, gorditas y tlacoyos.

Además de tener que aprender rápidamente a dar forma y sabor a la masa, Carmen tuvo otros retos.

Ganarse a los comensales no fue nada fácil, y es que a pesar de que eran sabrosas resultaban caras, pequeñas y no eran llenadoras.

Una de sus preparaciones costaba cinco centavos de la época, y tomando en cuenta que con otros cinco podías comprar una buena comida, los clientes se iban a otro lado.

Lejos de desanimarse, la mujer insistió sin bajar los precios y no cedió a la presión.

Los clientes pagaban por el sabor, sobre todo el de sus famosas salsas, una verde de chile cuaresmeño y otra roja, hecha de chile guajillo.

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Así nació el huarache

En 1935, Carmelita se instaló cerca del Canal de la Viga, en el antiguo Mercado Popular de Jamaica, antecesor  del mercado que hoy conocemos.

Según Francisco Estrada, quien se encargó de recuperar la historia del Huarache de Jamaica y su creadora, a Doña Carmen le tomó 15 largos años ganarse el afecto y los estómagos de marchantes y marchantas del mercado. 

Una vez que su fama creció, vino el huarache, el cual fue concebido a partir de la petición de un carnicero.

El hombre pidió un bistec encima de su tlacoyo, pero no quería que la carne rebasara la masa, por lo que Carmelita extendió el tlacoyo, dando así forma al primer huarache.

Esta mujer no dejaba de sorprender a su clientela, pues de las miniaturas pasó al tamaño extragrande. Y fueron precisamente los clientes quienes le decían: “¡Oiga, eso parece huarache!“, comparación que le dio nombre a su creación.

En 1950 las autoridades decidieron agrupar a los comerciantes en el Mercado de Jamaica. Y aunque a Carmelita se le concedió un espacio, la clientela no era igual, así que se movió a un local cerca de ahí.

Ella murió, pero sus hijos, que prosperaron gracias al esfuerzo de su madre y a los famosos antojitos, continuaron con su legado que aún hoy es atendido por sus descendientes: El Huarache Azteca y el Huarache de Jamaica son paradas obligadas.

Legado de sabor y lucha

La historia de Carmelita está llena de tenacidad, deseos de superarse y de sabor.

Todos hemos saboreado su creación con salsas de todo tipo, nopales, queso fundido, pollo o carne.

Sus huaraches han ayudado a que muchas mujeres y familias salgan adelante, también sacan del apuro a quien lleva prisa, tiene poco dinero y ganas de comer algo rico.

Así que el legado de los huaraches y de su creadora es delicioso y una invitación a superar las dificultades mediante la tenacidad y el ingenio.