¿Cuándo fue que los hombres cambiamos las gotas de sudor por las lágrimas? ¿En qué momento dejamos los tarros de cerveza a un lado para tomar té con los amigos y platicar nuestros problemas emocionales? O, mejor aún ¿¡donde dejamos los pantalones!? No lo sabemos. La verdad es que ya ni nos acordamos de esas épocas de oro.

Hoy es cumpleaños de Carlos Gardel, quien fuera uno de los tangueros más importantes y un símbolo de lo que un caballero debe ser. Si él viviera hoy, pondría en su lugar a los hombres que decidieron hacer ejercicio con mallones.

Estos son los tangos que los caballeros le hacemos a nuestras mujeres. Lo bueno es que ellas sí saben bailar.

¿Somos hombres o payasos?

Por supuesto que somos payasos, no hay de otra. Justo en el momento que decidimos que nosotros también podríamos entrarle al quite y hacer drama a nuestras mujeres, nos convertimos en bufones y de los chafas. Aquellos hombres fuertes, rudos y con corazón de acero son cosa del pasado. Antes nuestro role model de machoera Clint Eastwood, ahora es Ryan Goslin; las estrellas de rock eran como Elvis o Jim Morrison, ahora son como Bono y Chris Martin. ¿En qué momento, hermanos?

52783¡Célame!

¡Célame! (Especial)

Si no me cela, no me quiere

Tanto que nos quejábamos de sus locuras emocionales y, con chela en mano, maldecíamos sus celos, ahora que ganamos esa batalla los extrañamos al grado de que si no nos celan no nos aman. Pos oye, ¿quién nos entiende? Ahora nos sentimos ignorados cuando les decimos con voz de hombre de pelo en pecho: “Amor, me voy con los cuates al bar, ¿me das permiso?” Y su única respuesta es: “sí”.

Los hombres también lloran

El primero en decir esto ocasionó el apocalipsis de la virilidad y le dio paso a una serie de eventos bastante desafortunados para las mujeres. Ahora los hombres no sólo expresamos nuestros vacíos emocionales, sino que, también lloramos por eso.

Mandilón con “D” de Drama

Una cosa es ser atentos con las mujeres, consentirlas, apapacharlas y hacerlas sentir valiosas, otra muy diferente es ser su esclavo y hacer todo lo que ellas quieran sin titubear. Lo peor es que ahora nosotros somos los que empezamos las peleas, hacemos show y nos sentimos incomprendidos por nuestra pareja. Ellas tienen razones biológicas para hacer sus panchos, nosotros no tenemos ninguna jutificación.

Los machos las prefieren detallistas

Los Caballeros del Siglo XXI necesitan sentirse queridos por su pareja. Ya no somos los que ‘tienen’ que consentir a sus mujeres, sino que también necesitamos un apapacho de vez en cuando. A nadie le molestan los detalles de su pareja, mucho menos cuando estos incluyen final feliz.

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Mandilón (Especial)

El síndrome de Sansón

Tal vez la raíz de este problema es que algunos colegas empezaron a depilarse el pelo en pecho y junto con el follaje se perdió nuestra virilidad. El típico síndrome de Sansón, con la diferencia de que él perdió su fuerza mientras nosotros, los pantalones, el autorespeto y la dignidad.