En estos días –para ser más exactos el 15 de julio– una de las libreríasclásicas no solamente del barrio de Coyoacán o del sur de la ciudad sino de todo el DFcerró sus puertas. Nos referimos a “El Parnaso”, que durante los más de 30años que permaneció abierta vio desfilar, debatir, tomar café y adquirir libros lo mismo aturistas nacionales yextranjeros que a escritores como Octavio Paz y GabrielGarcía Márquez.

Y la vamos a extrañar aún más porque nos permitió hacer algo que hasta que desfilamos por sus pasillos habíamos considerado impensable:tomar los libros y hojearlos. Porquea inicios de los años 80 era impensable–y hastaridículo– tomar un libro, abrirlo y enamorarnos de él por lo que había escrito su autor y no por la sinopsis de la editorial.

Tal vez muchos no lo recuerden, pero en aquellas épocas los libros se vendían envueltos en papel celofán para que NADIE se atreviera ¡a leerlos!,pequeño detalle que evitaba que el cliente tuviera contacto “íntimo” conéste y se produjera “el flechazo” que invita a comprarlo.

Eso hizo que estalibrería fuera tan especial.

En sus mejores años, El Parnaso incluso tuvo dos pisos conestantes llenos de libros de los más diversos temas –desde estudiantiles hasta novelas – y hasta 40 empleados.

Con la desaparición de esta librería –uno de losfactores que obligaron a cerrarla fue la poca clientela que últimamente llegaba al lugar–,Coyoacán pierde unaparte de ese aire intelectual que tanto caracteriza a esa zona, aunque muchos se empeñen en decir que no.

A pesar de todo, aún queda una esperanza.El dueño de El Parnaso tiene planes deabrir una nueva librería, la cual podría tener su sede ahí mismo, enCoyoacán. Aunque no sea exactamente el mismo concepto o inmueble, esuna buena noticia que quieran seguir manteniéndola viva.

Lo malo: Es una verdadera lastima que la realidad nos siga demostrando que los libros no son negocio en México.